ESTEBAN MEZEY JABERG

El destacado médico gastroenterólogo del Hospital Johns Hopkins Bayview en Baltimore, Maryland – Estados Unidos, Esteban Mezey Jaberg (53), dio a La Cartelera una agradable entrevista, apropósito de sus más de 50 años de ejercicio profesional y sus importantes logros en su investigación sobre el metabolismo del alcohol, cirrosis, el tratamiento de la hepatitis alcohólica y cáncer del hígado.

El Dr. Mezey nació en Viena, Austria el 12 de octubre de 1936. Recibe su título de bachiller del Gimnasio Moderno el 30 de noviembre de 1953. Luego de lo cual viajó a los Estados Unidos donde estudió zoología en Yale University, y en 1958 empieza su carrera de medicina en Harvard Medical School. Se destaca su labor como médico gastroenterólogo, patólogo, miembro activo de distintas sociedades profesionales e investigador con más de 200 publicaciones alrededor del mundo, así como su faceta como docente en “The Johns Hopkins University School of Medicine”. En 2002 es galardonado con los premios “Distinguished Service Award» de la Asociación Americana para el Estudio del Hígado y “The David M. Levine Excellence in Mentoring Award Department of Medicine” en 2013. Fue Jefe del Departamento de Hepatología de esa institución por más de 30 años y Presidente de la Asociación Americana para el Estudio del Hígado. En la actualidad hace parte del equipo médico del Centro Médico Johns Hopkins Bayview y es uno de los 50 especialistas del Hospital Johns Hopkins desde 1968, donde es profesor de la escuela de medicina desde 1982.

Presentamos aquí, la entrevista.

La Cartelera (LC): Doctor Mezey ¿Cuáles son sus primeros recuerdos del Gimnasio Moderno?

Esteban Mezey Jaberg (EMJ): Entré al Gimnasio en 1943 a Primero Decroly. Pero gracias a mis logros académicos me promovieron de Quinto Decroly a Primero de Bachillerato en 1948, saltando el curso Preparatorio.

Recuerdo con mucho cariño a mis compañeros de colegio y las excursiones por caminos reales fuera de Bogotá.

Siempre estoy en contacto con mis colegas de clase y nos hemos reunido en Colombia dos veces en los últimos 5 años. También estoy en contacto con dos alumnos graduados en el 1954 y los he visto en varias ocasiones. Cuando estoy en Colombia nos reunimos con sus familias. Tenemos comunicación constante por correo electrónico.  Nos gusta hablar sobre la salud de todos y me avisan sobre quienes han muerto.

(LC): ¿Recuerda a alguno de sus profesores de los primeros años?

(EMJ): Por supuesto, recuerdo al profesor de Geografía, pero no su  nombre. Él se dedicó a enseñarnos geografía de Rusia. Se comentaba que tenía reuniones con algunos de los estudiantes en el centro para discutir política internacional, incluyendo comunismo.  Desapareció después del curso, creo que se fue a Rusia. No sé qué le paso.

 (LC): Entre sus fotos encontramos una portando el uniforme scout… ¿cómo fue esa experiencia?

(EMJ): Si fui Scout. Fue una experiencia muy interesante, había mucha disciplina. Tuvimos muchas excursiones fantásticas a las montañas. Subimos a la quebrada La Vieja, de allí para llegar al punto geodésico número 7, caminábamos como 3 o 4 horas.  También hicimos muchas otras excursiones, incluyendo subir al Guadalupe (Alvaro Villamil Mendoza de la clase de 1954 mató una culebra y esto se noto en El Tiempo). Años más tarde fuimos en bicicleta a un lago al oriente del Viejo Puente del Común. Subimos muchas veces por La Calera. Con el Prof. Bein caminamos de Ubaque a Bogotá por el camino real. En una ocasión nos quedamos de noche en medio de la cordillera. Recuerdo que hacía mucho frío.

(LC): Se nota que para usted las excursiones fueron importantes ¿Cuál recuerda con más emoción?

(EMJ): Sin duda la excursión a La Guajira, Noreste de Colombia. La excursión duró casi tres semanas.  Fuimos por carretera en jeeps con el Prof. Bein. Un carro era de él, otro de los hermanos Pablo y Fernando Toro, y los demás fueron arrendados. Pasamos por Tunja, Ocaña, Bucaramanga, Cúcuta, Valledupar, Riohacha y Uribía. La carretera era pésima y en muchos lugares no había puentes, por lo que nos tocó empujarlos a través de los ríos.

Dormimos en hoteles en las ciudades, pero en el campo nos tocó en el suelo de casas de abode, sobre mesas en restaurantes y en hamacas (en un bar en Uribía a cincuenta centavos por persona) o sentados en el Jeep.

En Ocaña jugamos baloncesto contra el colegio local y perdimos. En Valledupar nadamos en el río y en la Guajira en el mar. En Riohacha compramos cosas de contrabando. El pescado fresco fue extraordinario, ya había poco de eso en Bogotá. Ganamos muchas experiencias al viajar e improvisar. Conocimos mucho de Colombia y sus habitantes, hasta nos encontramos los indígenas de la zona.

 (LC): Y en la parte académica ¿Qué materia disfrutaba más?

(EMJ): Era bueno en Geometría y Trigonometría.

(LC): Y ¿Cuál definitivamente era la peor materia?

(EMJ): No me gustaba memorizar poesías, y en clase de Castellano debíamos repetirlas de memoria a todo el tiempo. Era aburrido.

(LC): En su paso por el Gimnasio ¿algún profesor marcó su vida?

(EMJ): Profesor Ernesto Bein, pues me ayudó entender ciencia, y las maneras de resolver problemas nos sólo científicos, también los de la vida.

El Prof. fue un guía en como pensar lógicamente la Química y las ciencias. Él era muy riguroso y solo aceptaba excelencia en ejecución de tareas. Nos enseñó todo lo nuevo en Química y algo de Física, las teorías de Einstein y la fisión del átomo. Tenía gran disciplina y nos la inculco. Una vez llegué tarde a la clase y me dijo que debía presentarme la próxima mañana a las 7:00 am para el desayuno que tenía todas las mañanas con los Internos. 

Después de mi primer año en Yale College volví a verlo y me invitó a hablar en la clase de Sexto Bachillerato sobre mis experiencias en Estados Unidos y les diera consejos a los estudiantes.  Años más tarde, lo vi de nuevo. Lo que ahora me parece raro, es que nunca lo oí hablar en alemán.

(LC): Cuéntenos una anécdota…

(EMJ): Cuando éramos pequeños, recuerdo que rompí el vidrio de una ventana en clase, al botar un borrador de los del tablero, jugando con mis compañeros. Ese mismo día por la tarde compré con mis papás otro vidrio y arreglamos la ventana. El profesor me facilitó por arreglar la ventana sin mencionar el incidente del día anterior. 

También me acuerdo con mucha simpatía, que en clase de Inglés nos hacían leer Reader’s Digest como ejemplo de la cultura de los Estados Unidos. En realidad, y fuera del registro, esa lectura no nos ayudó en nada a pensar en salir del país o a interesarnos en conocer USA.

(LC): Por otro lado, usted vivió en el Gimnasio Moderno el 9 de abril, el Bogotazo. Cuéntenos un poco, ¿cómo fue esa experiencia?

(EMJ): Me acuerdo claramente ese viernes 9 de abril de 1948, porque estábamos en Primero de Bachillerato, en clase de dibujo. De repente nos anunciaron que Jorge Eliecer Gaitán fue asesinado y había una revuelta, incendios en las tiendas, en los edificios y los tranvías, la gente estaba levantada, robaban, disparaban y había muchos muertos en la calle. Nos dijeron que el colegio se iba cerrar y que debíamos volver a nuestras casas. No había transporte. Con mis amigos nos fuimos caminando. Yo camine a mi casa en la calle 39 y vi los tranvías incendiados y muchas personas con mercancía robada. En particular, recuerdo un señor que tenía los brazos llenos de relojes.

(LC): ¿Cree que su paso por el Moderno definió su vida?

(EMJ): Creo que sí. El Gimnasio definió mi vida en cuanto a preparación para investigación científica, el gozo de deportes y la literatura. Hoy en día sigo nadando y esto lo hago desde que salí del colegio. También mantengo el placer de la lectura, he leído libros de Gabriel García Márquez y Juan Gabriel Vásquez.

(LC): Ya para terminar ¿Qué consejo le daría a los gimnasianos de hoy en día?

(EMJ): Les aconsejo que aprovechen todo lo que ofrece el Gimnasio en la parte académica y la guía que les imparten acerca de lo que es importante en la vida. Pues es el Espíritu Gimnasiano, es la enseñanza académica, acompañada de libertad de pensamiento y expresión.

JORGE ENRIQUE ABELLO

Jorge Enrique Abello Moreno (86) reconocido actor de la televisión colombiana, invitó al equipo de La Cartelera, a su lindo apartamento en el norte de la ciudad, para compartir una agradable charla acerca de su vida en el Moderno.

Abello, último de sus cuatro hermanos, estudio Comunicación Social y Licenciatura en Estudios Literarios en la Universidad Javeriana. A lo largo de su carrera ha sido ganador del premio a Mejor Actor Protagónico, Mejor Actor Revelación, entre otros reconocimientos.

Esta fue la entrevista:

La Cartelera (LC): ¿En qué año ingreso al Gimnasio Moderno?

Jorge Enrique Abello (JEA): Yo entre en 1973, soy de la promoción 1986. Entré a Montessori I con Beatriz Pacheco.

(LC): ¿Cuál es el primer recuerdo que tiene del colegio?

(JEA): Recuerdo la arenera, el olor a lápiz tajado y plastilina del salón de Beatriz. El olor a lluvia de los pinos, los marranitos del quiosco y mi árbol favorito, que parecía una nave espacial.

(LC): ¿Los amigos de Montessori… son los mismos de hoy en día?

(JEA): Si, más o menos. Los amigos del Moderno son gente muy especial y querida. Han cambiado algunos, no todos están como quisiera, pero sí, mis amigos están. También quiero muchos profesores.

Yo tengo dislexia y por esta razón estuve muy cerca a mis maestros. Ellos me ayudaron desde el corazón. Son grandes personas, grandes seres humanos, grandes ejemplos. Yo, en parte, soy lo que ellos me enseñaron, cosas bonitas, valores… Me dieron la posibilidad de encontrar en el arte una forma de expresión, de encontrarme a mí mismo, me dieron la posibilidad de quererme, me regalaron el hábito de la lectura, me presentaron los grandes escritores, los grandes dramaturgos, me presentaron el cine… y cine de verdad. Con ellos aprendí todo lo que soy. Básicamente yo ni siquiera tuve que haber ido a la universidad, con lo que me transmitieron ya tenía. Gracias a lo que me exigieron, pude ir más allá.

Foto tomada de: http://www.mundotkm.com/co/famosos/21880/asi-de-lindo-era-don-armando-a-sus-15-tiernos-anos

(LC): ¿Cómo fue su vida en el Moderno?

(JEA): La vida en el Moderno en mi época era distinta. Para vivir en un colegio de hombres, tenías que hacerte respetar y eso era a los puños. Detrás del Cubierto o de la Capilla. Hice grandes amigos peleando. Fui muy feliz, porque la vida de todo niño y adolescente tiene momentos buenos, momentos malos, dolor, frustración. Se burlan y te burlas. Es difícil un colegio de hombres, pero tenía el teatro Fernández Madrid donde podía jugar, recovecos, lugares donde podía estar y gente que me podía recibir.

Quisiera que mis cenizas estuvieran enterradas en el Moderno. Así lo quiero.

Recuerdo mi árbol, ir a la Enfermería a comprarle cosas a la asistente que vivía allá. Recuerdo las épocas de los cucarrones volares y el olor a pino recién cortado.

(LC): Uno de los momentos más importantes de todo gimnasiano son la excursiones ¿se acuerda de alguna?

(JEA): Recuerdo cuando atravesamos la Cordillera Oriental desde La Calera hasta los Llanos Orientales con Nelson Cuervo. Fueron ocho días de caminata y campamento. Aprendí en esa excursión, que cada vez que tengo una situación límite, puedo ir más allá.

Fue una experiencia que nos marcó para siempre. Todos tuvimos que hacer un esfuerzo enorme para entender cómo iba a ser el mundo. El nuestro es un colegio que a través de las excursiones, lo lleva a uno a situaciones límite, en un territorio tan hermoso como Colombia. Cuando me encuentro con la gente con la que viví esos momentos, nos miramos sabiendo que tenemos lo mismo por dentro.

(LC): ¿Hizo alguna pilatuna?

(JEA): Yo era muy necio en el colegio. Recuerdo que no vocalizaba bien, tenía problemas porque hablaba muy rápido. Recuerdo que una vez Isabelita Holguín de Gómez me puso de protagonista en una Zarzuela y a la mitad de la presentación, llamó a Torres y le dijo “reemplace a Abello porque no sabe hablar”, por lo tanto mi primer personaje de teatro fue un árbol. Sin embargo, no era mi estilo hacer pilatunas, yo no capaba clase, ni bebía, mi humor era verbal y todo lo decía molestando, no me sacaban de clase, los profesores se reían conmigo, era inquieto.

Me acuerdo una vez, en clase de Religión, había un proyector de opacos, donde el profesor ponía láminas de la Virgen y de Cristo para explicarnos pasajes de la Biblia. Yo tenía una revista Playboy y en una de esas, él saco un libro y yo puse la revista ahí… nos reímos mucho.

(LC): ¿Cree que el Gimnasio Moderno lo llevo a ser quien es hoy?

(JEA): Absolutamente, yo le debo mi formación a mis profesores y a mi colegio.

(LC): ¿Qué materia era el coco?

(JEA): Física, yo no entendía nada. Las Física y la Química son materias que sí no tienen contexto, no sirven para nada. No se debería explicar Física sin Matemáticas. Y las Matemáticas deberían ser el resultado de entenderla. Pero en esa época no era así, yo no entendía Matemáticas, era un imbécil para el profesor. Amo la Física, pero me hubiera gustado entenderla más, amo la destrucción de las cosas, pero con contexto. De qué sirve saber que H2O es la fórmula del agua, si estamos llenando de mercurio los ríos, si la desperdiciamos y la envenenamos, si las fabricas vierten sus contenidos en vertientes puras…

Una vez le pregunte a “Castor”, -que más de una vez me saco de clase- “Perdón profesor. Si yo sé que el señor quiere ir en un globo del punto A al B, qué va a esta velocidad y a esta altura. Por qué usted quiere que yo diga cuándo va a llegar, si lo importante es ¿por qué el señor quiere ir allá?”, Castor me respondía “¡Fuera!”. Siempre pensé que mi pregunta era lógica, los cerebros que no son matemáticos necesitamos de un poco de contexto.

(LC): ¿Y una materia con todo el contexto…?

(JEA): Teatro, Taller de Letras, Filosofía, Historia, Español… todas. Me permitían entender un poquito quién soy y puedo ser un punto de referencia de verdad importante.

 

(LC): Cuando era niño, ¿qué quería ser?

(JEA): Yo desde pequeño quise ser todo lo que sueña un niño de mi generación. Ser vaquero, astronauta o bombero, era con lo que me identificaba. Me gustan mucho los héroes, he estudiado mucho el tema de los héroes. Los caminos que cruzan los héroes para ir de un lado a otro, para saber y  entender. El héroe es un personaje que hace que las civilizaciones evolucionen. No son sólo personajes que se sacrifican, son personajes que además de matar al dragón, se convierten en maestros y son capaces de enseñar a su pueblo como en otras épocas se hacían las cosas, cómo ver lo que no se puede ver, cómo defenderse de los monstruos, entonces no quería ser otra cosa que héroe.

(LC): Después del Gimnasio Moderno… ¿qué?

(JEA): Mis estudios profesionales comenzaron en el Gimnasio Moderno. Cuando estaba en Cuarto de Primaria, llegó la nieta de don Agustín, Adelaida Nieto, con una mirada distinta sobre las Electivas. Ella enseñaba Teatro, todos quedamos enamorados de ella. Fue un momento muy emocionante porque empecé a descubrir cosas que me gustaban muchísimo. El año siguiente, entró otro profesor, Jorge Emilio Salazar, quien ya murió, ellos fueron los profesores más queridos por mí en Teatro. Fue muy bonito, porque descubrí mi verdadera vocación.

Yo tengo dislexia, condición que me impedía obtener los resultados académicos que esperaba. Cuando estaba en el colegio, era una situación que no detectaban rápidamente y la descubrí ya en la universidad. Luche mucho con la frustración, porque estudiaba mucho y no tenía buenos resultados. Fue muy duro, pero el teatro se convirtió en la puerta para entender. En el colegio escogí Teatro hasta Quinto de Bachillerato.

(LC): ¿Cómo empezó su vida profesional?

(JEA): Yo seguí mis clases, cambie mis talleres porque quería escribir, tomaba Electivas con Galindo en Teatro o con Pompilio en Taller de Letras, ahí completé mi vida y empecé mi carrera universitaria. Después estudié Comunicación, me especialice en Dirección de Televisión Educativa. Estudié Literatura, carrera que no terminé y aprendí a hacer cine en Italia. Me quede allá por un tiempo aprendiendo y trabajando. Cuando llegué a la Universidad, había estudiado tanto en la vida que era un monstruo.  

Vuelvo a Colombia en 1997 antes de salir de la Universidad e inicio mi carrera en la televisión, cargando cables en Caracol, como Asistente en el Área de Producción, luego en asistencia de Dirección, y de vez en cuando actor, cuando alguien faltaba. Quedé como Director de planta y encargado del Área de Publicidad, hasta que el Director, Andrés Marroquín, me dio la oportunidad participar en la serie “Espérame al final” y “Caballos de fuego”, fueron series muy bonitas.

En 1999 acababa de terminar “Perro amor” con mucho éxito, hacia un papel que tenía mucho humor y estaban buscando un galán parecido para “Hasta que la plata nos separe” de Fernando Gaitán. Todo iba bien, pero se decidió producir primero “Yo soy Betty la fea”. Hice el para “Todos me llaman Lolita”, un papel de bobo y me lo gane. Sin embargo, John Bolívar, me invitó al del protagonista de Betty, hice la prueba con quince mujeres. La escena era el primer beso de don Armando con Betty, y debía besar a las quince y bueno, besé a todas ese día, estaba feliz. Al poco tiempo me llamaron para decirme que no escogieron a ninguna, me escogieron a mi, y ahí empezó todo.

Foto tomada de: http://www.desdelaplaza.com/pop/betty-la-fea-regresa-con-el-mismo-elenco-despues-de-17-anos/

 (LC): ¿Cómo maneja la fama?

(JEA): La fama es algo inmanejable, es un deseo que tiene todo el mundo, es un sueño que la gente quiere, y cuando lo obtiene se puede convertir rápidamente en una pesadilla. Especialmente si eres joven, si no has vivido, si no tienes mucha educación, puede ser tu peor enemigo. Yo no soy una persona dada a especular sobre la fama o a vivir de ella. A mí me gusta mi trabajo: actuar, escribir y dirigir me gusta mucho. No soy una persona con relaciones sociales muy activas, ni me gustan, no soy dado a la gente.

Foto tomada de: http://fanpix.famousfix.com/gallery/jorge-enrique-abello/p10356550

(LC): Ya para terminar, ¿qué mensaje da a la nueva generación del Moderno?

(JEA): Yo les diría que aprovechen sus años en el colegio, porque son años muy felices. Que aprovechen el lugar que tienen y que entiendan que la Disciplina de Confianza no es la capacidad que uno tiene de burlarse o de pasar por encima de otro, sino la capacidad que uno tiene de ser escuchado y escuchar a otros. Es la base de la civilización, es la base de una sociedad con equidad, que la Disciplina de Confianza no da campo, ni a trampas, ni a que el bien particular este por encima del común. Sino da a la posibilidad a que nos entendamos y que entablemos un dialogo libre.

Que se exijan mucho, porque la vida que viene va a ser muy exigente y el país necesita líderes, pero los líderes del país tienen que ser personas que piensen por el país y no por su bien particular.

Que entiendan que el principal enemigo con el que van a tener que luchar es la corrupción, que se está devorando a este país.

Que el Bello Carácter es la voluntad de un ser humano por ser mejor para sí mismo y de ahí servir a los demás.

Que Izar la Bandera significa tener la posibilidad de decir “yo pude”, y que ir a la iglesia es la oportunidad de entender que hay mundos más allá de los que ven nuestros ojos. Y esas posibilidades que te las brinda el Moderno, que no están en otros lugares ni en otros colegios, porque es la posibilidad de que te entiendan como eres.

JOSÉ DANIEL RAMIREZ

El reconocido periodista cultural José Daniel Ramírez Combariza (82), visitó en días pasados el Gimnasio Moderno, para compartir una agradable conversación con el equipo de La Cartelera, momento en el que recordó con alegría y nostalgia su paso por la cerca de pinos.

Combariza es músico del conservatorio de Boston y de la Universidad de Massachusetts. Eligió el  piano como su instrumento. Se especializó en composición y musicología. Más adelante fue cantante de ópera barroca, y se preparó en canto barroco en Inglaterra, Budapest e Italia. Vuelve a Colombia, experiencia luego de la cual, se dedicó a dar conferencias de tipo cultural y la realización de guiones para radio. En la actualidad se desempeña como Director de Contenidos de la Emisora de la Jorge Tadeo Lozano HJUT. En 2003 Ramírez Combariza fue galardonado con el Premio Simón Bolívar, por el programa “Vida Musical Europea”, dedicado a la cantante italiana Giulietta Simionato.

Esta es la entrevista:

La Cartelera (LC): ¿En qué año entró al Gimnasio Moderno?

(JDRC): Llegue al colegio en 1975, al 5° de Primaria de la señora Mariela.

(LC): Ya grande y… ¿Cómo lo recibieron sus compañeros?

(JDRC): Fue raro, hay que decirlo, no todo es color de rosa. Yo entre a un grupo que había creciendo junto. Yo entré ya grande, entonces al principio hubo cierta reserva, pero el tiempo hizo que las cosas se fueran arreglando, y mira, termine mi año en el colegio, no salí corriendo. Aquí terminé feliz el colegio.

(LC): Esos amigos que hizo en el colegio, ¿aún lo conserva?

(JDRC): Obviamente no todos, éramos 26 pero yo creo que unos 10, siguen firmes. Nos vemos en conciertos o conferencias, y nos vemos para comer de vez en cuando.

 (LC): Cuéntenos una pilatuna…

(JDRC): Mi tiempo en el colegio siempre fue bueno. Con algunos amigos teníamos un grupo de música y gracias al apoyo del  profesor Ernesto Báez, pasábamos los recreos del medio día, escuchando su colección de discos de acetato. Y creamos unas charlas sobre la historia de la música usando esos discos. Nos reuníamos los jueves con las Figueroa, en la clase de música y ahí seguimos haciendo conciertos y recitales de varias cosas.

Recuerdo la emoción que me producía ver el teatro lleno, siempre fue muy bonito. El piano del colegio es fabuloso. Yo tenía mucha ilusión que la gente viniera a nuestros conciertos era muy emocionante. Ese fue el inicio de lo que hago hoy en día. En particular hubo un concierto con cuatro flautas, de música del renacimiento dirigido por las hermanas Figueroa. Fue algo bellísimo.

(LC): Las Figueroa, fueron importantes en su paso por el Moderno… ¿se acuerda de algún otro profesor?

(JDRC): Si claro, la señora Mariela. La recuerdo físicamente, pero no tengo memoria de ella. Nelson y Myriam. Ella fue Directora de Grupo en Preparatorio. Y Nelson cerró el colegio, fue Director en Sexto de Bachillerato. Ellos han seguido en contacto conmigo, son personas muy humanas que siguen la filosofía del colegio y la divulgan, tiene como lema de vida, “Educar antes que instruir”. Todos mis maestros marcaron mi vida y lo siguen haciendo. Están siempre como parte de mi vida.

Obviamente Pompilio Iriarte, todo lo que era cultura, por supuesto el profesor Quiroga, siempre tan especial, ya no está con nosotros, y Triana profesor de Química, a quien después lo encontré como profesor de Zarzuela en la emisora HJUT.

(LC): Con sus profesores y amigos fueron a excursiones ¿se acuerda de alguna en especial?

(JDRC): No fui de excursión, ni de deportes, pero me acuerdo de una muy difícil con el profesor de Filosofía al Choco. Inició a Medellín en avión, luego en bus hasta a Quibdó y después el viaje nos llegó hasta el Cabo Tiburón, donde pasamos varios días. Ahí perdí el amor por el plátano maduro, al desayuno, el almuerzo y la comida. De ahí fuimos hasta Cartagena en barco. Hay que entender que yo nunca he sido deportista, pero en particular en esas aventuras sentí mucha solidaridad de mis compañeros de curso. Siempre había alguien atrás de mí, esperándome. Ahora aplico eso en mis viajes culturales.

(LC): ¿Cuáles son los lugares que más le gustan del Gimnasio Moderno?

(JDRC): El teatro Fernández Madrid, no veo la hora en que se abra otra vez como teatro. La salita de piano que esta debajo del kínder, que ahora es el Teatrino de don Os, allá había un piano viejito y las profesoras iban a tocar el piano y nosotros a escucharlas.

Recuerdo la hora de las palomas a las 10am y la Biblioteca de Bachillerato.

(LC): ¿Cuál era la materia que más se le dificultaba?

(JDRC): Química. Le tenía pánico a todo lo que hiciera ruido de explosión, a todo lo que echara humo, era terrible. Fue traumático. Y todavía le tengo miedo a los ruidos fuertes, por ejemplo, los juegos artificiales, prefiero verlos de lejos.

(LC): ¿El Moderno lo definió para ser quien es, hoy en día?

(JDRC): Lo digo sin dudarlo. Siento el cariño que se les da a las personas. Ver la gente mayor para mí es importantísimo. Pero si, la persona que soy, salió de acá. Me cultivaron la música de todas las formas y creo que esa fue una fortuna. Los profesores buscan a alguien con un talento especial y la manera de apoyarlo.

 (LC): ¿Ve el Espíritu Gimnasiano en los niños actuales?

(JDRC): Tengo sobrinos, son súper especiales, brillantes, queridísimos, simpáticos y eso sale de acá. Y he visto gente mayor, de los cursos anteriores, familias amorosas y muchachos interesados en la cultura.

(LC): Ese interés por la cultura… ¿hasta dónde llego en el colegio?

(JDRC): La locura. Con mis amigos nos inventamos una Asociación de Actividades Humanísticas. Estaba perfectamente consolidada, pero esto era para traerle música clásica a los compañeros y a los papás. Hacíamos un concierto mensual en el Teatro Fernández Madrid. Tenía 17 o 18 años de edad. Y cuando la boletería no se vendía, nuestros padres nos cubrían. Trajimos Zarzuela, conciertos de guitarra, conciertos de piano, etc. Genial.

Pero murió, a veces nos encontramos en festivales o conciertos, y nos da nostalgia nuestro grupo, la Asociación de Actividades Humanísticas, que obviamente no se oficializo.

 (LC): ¿Los ex alumnos del Gimnasio tienen una forma de ser?

(JDRC): Sí. Vuelvo al tema de “Educar primero que instruir”, no me preguntes por Química o Física, no recuerdo absolutamente nada. Pero si pregúntame por cómo comportarme afuera, cómo ser hacia los demás, cuanto gozo de poder ofrecer lo que conozco de música, que no será mucho pero si suficiente para poder dar algo, me parece que eso es muy importante.

Podría decirse que las posibilidades de reconocer un gimnasiano son altas, y he conocido personas que han estudiado aquí, mayores que yo, y la línea siempre es la misma, son padres de familia amorosas.

(LC): ¿Qué consejo le da a los gimnasianos de hoy en día?

(JDRC): Que conserven siempre en su memoria estos años tan preciosos que tienen. Yo pienso que la educación hoy, no ha cambiado mucho a lo que era en ese entonces, que no se olviden de sus amistades y las conserven porque van a ser para toda la vida, y que donde quiera que vayan representen el colegio muy alto, porque es el colegio que marco sus vidas. Y es una fortuna estar en este colegio.

Mantengan siempre la memoria y fortuna de donde pudieron estar, el Gimnasio Moderno.

FIDEL CANO CORREA

El reconocido periodista, Fidel Cano Correa, invitó al equipo de La Cartera a su oficina en el diario El Espectador, donde gentilmente ofreció una entrevista, en la que recordó algunos episodios de su paso por el Gimnasio Moderno.

Exalumno de la promoción 1983, Cano estudio Filosofía en la Universidad de los Andes, obtuvo un diplomado en Relaciones Internacionales de la Universidad de Nueva York, y una maestría en periodismo de la Universidad de Nothweatern. Bisnieto de Fidel Cano Gutiérrez, fundador del diario El Espectador, Cano Correa se integró a su equipo en 1987 y 1995 tiempo durante el cual ejerció como Redactor Deportivo y Editor de la secciones “Vida cotidiana” y “Economía”, para luego ser corresponsal en USA. Ya en Estados Unidos, fue invitado a formar parte del equipo de la Embajada de Colombia en Washington como Agregado de Prensa. En 1998 y 2000 ejerció como Editor Político de El Tiempo. Ya como Editor General, vuelve a la redacción del diario de su familia en el 2000. En 2006, es galardonado con el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, como periodista del año, por la calidad periodística de El Espectador.

Presentamos aquí apartes de esta agradable conversación:

La Cartelera (LC): ¿Cuál es el primer recuerdo que tiene del Gimnasio Moderno?

Fidel Cano Correa (FCC): Lo primero que se me viene a la cabeza, obviamente es el fútbol. Yo era parte del equipo de colegio. Fuimos una generación muy buena. De hecho la mayoría de mis amigos del colegio son los del equipo. Aún nos reunimos a jugar. Soy muy cercano a ellos. En especial, con los que entramos a los Andes. Allá armamos un equipo de microfútbol.

Equipo de fútbol

(LC): ¿Qué siente cuando entra al colegio?

(FCC): Me siento en mi casa. Fueron muchos años ahí. Nosotros nos quedábamos jugando fútbol hasta tarde, hasta que la luz nos lo impedía. Me gusta mucho la noche en el colegio, porque es distinta la relación del día. El Moderno en la noche es fantasmagórico, con esos edificios tan hermosos, es muy bonito. A veces cuando voy a eventos en el Centro Cultural, a misa o alguna cosa, tengo la sensación de volver a esos momentos que no eran el estudio normal, sino en la noche. Me gusta mucho el colegio en la oscuridad. Pero cualquier momento en el que entro al Gimnasio Moderno, me siento entrando a mi casa.

(LC): Además del fútbol, de los deportes ¿qué materia le gustaba?

(FCC): Matemáticas, me gustaba mucho. Me encantaban las clases de Trigonometría con El Topo, Bernardo Cortés, él estuvo muchísimos años, me iba muy bien. También, tuvimos clases con Nelson Cuervo, en esa época enseñaba Cálculo, Física y Química… sus clases me parecían muy buenas. Yo en general, era buen estudiante, me iba bien en todas las materias, pero la que más me gustaba era Matemáticas.

(LC): Pero… ¿había alguna que fuera el coco?

(FCC): No me gustaba Teatro, pero la peor era Inglés. Yo creo que fue por el método de enseñanza. Las clases eran aburridas. Recuerdo con desgano esas lecciones, incluso las de francés. Todo recitado. La verdad… el método del Moderno en esa materia no fue bueno, lo sentí recitado, obligatorio.

(LC): ¿Además de Nelson y El Topo?

(FCC): Fui muy cercano a Pompilio Iriarte. Él me mostró el amor por la Literatura, por la escritura en general. Recuerdo en aquella época un Taller de Letras. Era una clase de poesía, pero yo entré para hacer periodismo. Nos convertimos en periodistas sin saber de periodismo. Fue un encuentro en el valor de la palabra. Creo que Pompilio con ese curso aprendió a valorar otro tipo de textos, y nosotros el ejercicio y el cuidado de la palabra. Fue muy bonito. Lo recuerdo mucho.

El profesor Pompilio Iriarte

También, durante mi tiempo en el Moderno, muchos profesores nos acompañaron, algunos me los encuentro por ahí, de vez en cuando, cuando voy al colegio. Todavía muy interesantes, amorosos y muy cercanos.

(LC): ¿Recuerda alguna excursión a la que haya ido con ellos?

(FCC): Por supuesto, cada excusión fue espectacular, no recuerdo una aburrida. Íbamos desde chiquitos. Tal vez, la primera que recuerdo fue al Parque de Sopó.

(LC): Con Felipe Urdaneta, fueron directores de El Aguilucho.

(FCC): Sí, fui Director de El Aguilucho en 1983. En 1982 entré a ser parte del Comité y en ese año publiqué un artículo de crítica a El Espectador. Me acuerdo ver a Guillermo Cano controvirtiendo mi artículo de El Aguilucho. Esa fue la primera vez que ejercí mi pensamiento crítico.

Comité Aguilucho 1983

(LC): Esos fueron sus primeros pasos en el periodismo…

(FCC): Yo nací en medio del periodismo. Pasaba mis vacaciones en la redacción del periódico molestando a los periodistas, acompañándolos. Hacia un periódico dentro de la redacción, en las vacaciones. Todo mi tiempo lo gastaba en ese proyecto. Cuando entré a la universidad, la Filosofía y las Letras, fueron mi elección, pero siempre pensé en el periodismo. Tal vez, nunca me pregunte qué estudiar. Recuerdo que nos hacían análisis de orientación profesional en los últimos años en el Moderno. Poco efectivos, porque al parecer, según esos estudios, podía estudiar cualquier cosa.

El periodismo a estado siempre en mi vida. Me gusta mucho del ejercicio profesional, la variedad. El poder comenzar y terminar cosas en un mismo día. Las historias se van alimentando. Hoy en día son un proceso. Todos los días hay que empezar observando, viendo que ha pasado y hacer lo que haya que hacer. Ya en la noche, cuando vuelvo a mi casa, siento a veces, que logro lo que me propongo y otras veces no, y eso me gusta.

A pesar que existe una rutina en los procesos de producción del periódico, realmente no es un trabajo rutinario. Uno está cambiando todo el tiempo. Mi día empieza a las 8:30 am y ser Director de Medios significa que debo almorzar con clientes, ir a foros, o cosas no periodísticas que me agobian un poco. Me toca dejar al lado la timidez y dar entrevistas como esta.

Por otro lado, yo no trabajo por los premios, pero en 2006 me gané el Premio Simón Bolívar como Periodista del Año. Me gustó ese reconocimiento, porque en ese momento El Espectador llevaba varios años siendo semanario. Lo agradecí muchísimo, fue para mí un gran honor. Y como decía antes, en el periodismo al día siguiente, toca hacer otro periódico, entonces hay que dejar pasar los premios.

(LC): ¿Recuerda alguna pilatuna…?

(FCC): Yo era muy juicioso. La timidez tiene de bueno eso, uno no se atreve a hacer nada, pero era amigo de todos los malos… Una vez, algún día en los que nos quedábamos jugando fútbol por la tarde, mis amigos encontraron la forma de meterse al salón de profesores y cambiaron las notas. A mí me cambiaron un ocho por un diez, una bobada, fueron muy descarados. Los ceros de algunos se volvieron dieces. Ellos jamás sacarían diez. Obviamente, los profesores se dieron cuenta, abrieron un proceso y yo quede metido. Menos mal tenía buen historial y no perdí el año. La mayoría de mis amigos sí. Desde ahí mi fama de ser malo, pero sólo con los papás.

(LC): La educación del Moderno, ¿lo llevó a ser quién es hoy en día?

(FCC): Ser parte de una familia de periodistas, ayuda a crear ciertas afinidades, pero tengo claro que el pensamiento liberal se lo debo en gran parte a la educación en el Moderno. Crecimos dentro de un ambiente inquieto, en el que era importante no tragar entero e ir más allá. Nos formaron para tener pensamiento crítico y estructurado.

Le agradezco al Moderno la educación liberal. Esta forma de enseñar dejó una importante huella en mi generación. Hoy hay colegios que practican esa metodología, pero en aquella época era difícil encontrarlo, incluso era criticada por ser tan libre. La Disciplina de Confianza, todas esas cosas… Nuestro colegio fue pionero.

(LC): Ese tipo de educación los forma con una forma de ver el mundo ¿es fácil identificar a un Gimnasiano?

(FCC): Sí, se nota cuando se juntan. Un gimnasiano es evidente. El cinismo con el que nos tratamos, en tono de burla, eso no lo entiende mucha gente y son muestras de cariño, algo violentas… Son formas de hacer las cosas que sirven para aprender a relacionarse con la gente, para aprender a tolerar y a reírse de uno mismo, eso es esencial en la vida y lo enseña el Moderno.

(LC): Ya para terminar ¿qué consejo le daría a los gimnasianos de hoy en día?

(FCC): Les aconsejo que escojan una profesión para toda la vida. Esa es la decisión. Piensen qué los apasiona. Porque una vida sin que uno esté apasionado con lo que está haciendo, por mucho dinero, por mucho éxito que tenga, sí uno no está lleno por dentro con lo que hace, no vale nada, que pereza, que aburrición. Yo terminé haciendo lo que hizo mi familia. Y fui afortunado, porque en ocasiones, uno se deja llevar en sus decisiones y elige algo sin que le guste. También les digo que se puede cambiar en la mitad del camino. No les de miedo equivocarse, si uno se equivoca… ¿Qué importa?, la vida es larga y uno puede rehacerse. Hay que visualizarse, tratar de verse en unos años haciendo lo que va a estudiar, y si va a ser feliz haciéndolo o no. Es más importante que la plata, uno se adapta a cualquier cosa si está contento.

DIEGO CARVAJALINO

En días pasados, la oficina de la Asociación de Exalumnos recibió la visita de Diego Carvajalino Galofre, reconocido empresario y emprendedor nacional, quien compartió con el equipo de La Cartelera, momentos de su vida y comentó cómo su paso por el Moderno, ha sido definitivo para su vida.

Exalumno de la promoción 2000, Carvajalino Galofre, es licenciado de la Universidad de Navarra, España en Economía y Derecho, se ha formado en Strategic Planning and Management in Retail, Retail Management, Executive Education del Babson College. Tiene un Máster en Gestión de Procesos de Negocio de la Universidad de Navarra, España y en Economía y Dirección de Empresas de IESE de la misma. En la actualidad, es Gerente de Proyecto en Colinagro S.A. y se ha desempeñado como Director General, Fundador y Accionista de Catalystas, Fundador y Gerente Inversiones en Mandri S.A.S. en Barcelona, España, donde también se desempeñó como Consultor y Adjunto a Director General Grupo MRS. También en el inicio de su desempeño profesional fue Consultor Senior para Deloitte en Glasgow, Escocia. Adicionalmente, ha sido Gerente de Marketing y Ventas Internacionales en Colinagro S.A. y Profesor del Área de Análisis de Situaciones de Negocios de EDIME de Universidad de La Sabana.

Esta es la entrevista:

La Cartelera (LC): ¿Cuál es su primer recuerdo del Moderno?

Diego Carvajalino Galofre (DCG): Recuerdo que el primer día en Montessori II, fui el único niño que llego sin lonchera. Mi hermana mayor era del Femenino y allá les daban onces a las niñas. Mi mamá no sabía que en el Moderno no, entonces tuvo que salir corriendo a Pomona de la carrera 11 con 76, a comprar la lonchera. Esto fue más o menos en 1987, yo tenía 4 o 5 años.

 (LC): ¿Se acuerda de sus primeros profesores?

(DC): Bueno, yo entré a Montessori II. Mi primera profesora fue Ángela Borda. Ella fue como una segunda madre. Era muy amorosa y nos cuidaba mucho. Durante todo en el colegio siempre estuvo presente, nos seguía preguntando cómo nos iba, cuidándonos.

De los del Bachillerato, el más importante fue Pompilio Iriarte, él es uno de los profesores que más me ha marcado. Pero, en el trato personal y en la vida en general, don Guillermo Quiroga, fue mi guía. También, me acuerdo mucho de Maximiliano Fernández, él hablaba toda la clase del Valle de Tenza, todos los temas los relacionaba con su lugar de origen. Solamente había que preguntarle: “Max… ¿cómo era la época en que vivía en el Valle de Tenza?” y ahí arrancaba, para él ese era tema más importante.

 (LC): ¿Fueron a alguna excursión con Maximiliano?

(DC): Si mal no recuerdo, fuimos a Boyacá. Nos tocó repetir en Séptimo, la de Quinto, porque en esa época había mucha inseguridad. También, me acuerdo mucho de la del Amazonas y la de Gorgona.

En Décimo íbamos a ir a Ciudad Perdida, pero poco antes de salir para allá, unos tres días, el ejército entró en combate con el ELN o las FARC en esa zona. Nos tocó cancelarla y en tres días montar una a donde pudiéramos. Finalmente, tomamos un vuelo a Ipiales, Nariño. Hasta ahí teníamos planeada la excursión. En adelante, fueron aventuras. Lo importante en ese momento, era tener un poco de efectivo para el bus a Quito y conocer Ecuador. Al final, fue espectacular. Estuvimos en el Volcán Cayambe, en el Cotopaxi, y en la playa de Esmeraldas. Fue una excursión construida sobre la marcha, una gran excursión. 

La que más recuerdo fue la de Once. Fuimos a Machu Picchu, hicimos el camino del Inca. Fue muy divertida porque no calculamos bien el presupuesto y no nos alcanzaba la plata para el tren de vuelta. Nos tocó devolvernos caminando por la carrilera. Además, tuvimos que hacer el camino del Inca en dos días, en vez de tres, que era lo programado, para ahorrar plata y guardar un día para regresarnos. Fue muy divertido.

(LC): En los viajes se conoce la gente, se reafirman amistades ¿sus amigos de entonces, son los de hoy en día?

(DC): Si, todos los del colegio siguen siendo muy importantes para muchas cosas y nos seguimos reuniendo con mucha frecuencia. Además, hemos logrado que las esposas de todos se entiendan, incluso, armamos un grupo que se llama: “Chicas Moderno”.

Lo que pasa con los amigos del colegio, es que uno sigue siendo amigo de todos. Tal vez, con más frecuencia nos vemos un grupo de seis o siete. Pero cada vez que hay algún evento, se cruza uno con más, y sigue siendo amigo de todos.

(LC): Con esos amigos… ¿hizo alguna pilatuna?

(DC): Hacíamos todo tipo de pilatunas, era algo constante. El que más sufrió fue Luis Eduardo Pineda Guzmán. Desde que llego al colegio lo bautizamos “Lucho Edy”, porque se ponía furioso. Lo molestábamos constantemente. Cada vez que alguno le decía así, él respondía: “Luis Eduardo. Se demora más, pero se expone menos”. Las clases eran muy divertidas.

Me acuerdo una anécdota mítica. Fue con Maximiliano Fernández. Era época de Mundial de Fútbol. Por supuesto estaba rotundamente prohibido ver los partidos durante las clases. Maximiliano se moría por ver uno. Para verlo se le ocurrió que, dentro de las actividades de la clase contáramos los pases que hicieran los jugadores. Como era prohibido, pusimos la TV encima de los lockers, al lado de la puerta para que nadie se diera cuenta y arrancamos a contar. Todos teníamos que estar sentados con el cuaderno abierto, como si estuviéramos haciendo las tareas. Gracias a la Ley de Murphy, paso don Guillermo, miró y nos vio a todos mirando hacia la puerta, era raro. Entró y se puso furioso, pero como estábamos con Max, fue más el regaño para él. Me acuerdo ver a Max intentando explicar, que dentro de las actividades de la clase, estaba el contar pases de un partido de fútbol…

(LC): Estos, sin duda, son momentos únicos ¿cree que lo vivido en el Moderno ha marcado su vida?

(DC): Por supuesto. Lo principal es que en el Moderno se forman personas. Evidentemente, es importante la formación que se recibe de los profesores, porque durante el resto de la vida uno va a tener que afrontar decisiones complejas donde se van a poner los valores en juego. Es la formación que uno recibe como persona, es la que ayuda en esos momentos a tomar las decisiones correctas, a no embarrarla.

No creo que fuera el mismo, si no hubiese pasado por el Gimnasio Moderno y si no hubiese tenido la filosofía de la promoción. También impacta en la forma de trabajo. Ahora que tengo la responsabilidad de la gerencia de una compañía, y la posibilidad de definir el modelo de organización. He encontrado en la Disciplina de Confianza es algo muy bonito, muy respetable, que uno quisiera poder lograr en todas las organizaciones. Que la gente cumpla con sus labores, sin necesidad de tener controles estrictos encima, porque al final, cuando uno empieza a poner demasiados controles a la gente, se infunda es desconfianza. Cuando se empieza a dejar de confiar en la gente, la gente empieza a dejar de confiar en su trabajo, en su organización, en su empresa y por ende las cosas no funcionan las cosas igual.

(LC): La Disciplina de Confianza y el Espíritu Gimnasiano ¿qué son para usted?

(DC): Para mí, el Espíritu Gimnasiano es sobre todo la Disciplina de Confianza. Estos dos valores son importantes, pero por encima están las personas, más importante que el conocimiento en sí. Es un diferencial el que una persona sea de valores y de principios. Y todo eso es parte de lo que nos enseñaron en el Moderno.

(LC): Estos valores definen a un gimnasiano ¿es fácil identificarlos?

(DC): Si, curiosamente somos como una secta, en el sentido que nos identificamos bastante. Generamos comunidad después de graduados, pero que adicionalmente no es exclusiva del Moderno, también se invitan a los del Campestre. A veces en esos mismos grupos de amigos, uno se da cuenta que tanto la gente del Moderno como la del Campestre, que rivalizamos en todo durante el colegio, somos muy parecidos, a veces la comunidad se vuelve conjunta.

 (LC): Y para terminar… ¿qué consejo les daría a los gimnasianos?

(DC): Los gimasianos de hoy en día se enfrentan a un mundo complicado, en donde el tema laboral sobretodo, está cambiando a una velocidad tremenda. Ya no es garantía de éxito laboral el estudiar Medicina, Derecho o las carreras tradicionales. Muchas de las profesiones que existirán cuando ellos terminen la Universidad, no existen hoy en día. Es muy difícil. Yo creo que lo importante, no es tanto lo que estudien, sino que en el proceso de estudiarlo tengan siempre los ojos muy abiertos, estén escuchando lo que pasa en el mundo, estén empapándose de las cosas y sobre todo generen habilidades, cosas más sociales, más relacionales. Uno puede ser ingeniero, abogado o lo que sea, pero, si después logra encontrar eso que le gusta, y le funciona, igual la carrera que haya estudiado, le va a servir porque se habrá formado como persona.

JAIME GUTIÉRREZ

Jaime Gutiérrez Hinojosa, Gerente General de la empresa de tecnología PTESA (Profesionales en Transacciones Electrónicas) y miembro del Consejo Superior, visitó en días pasados la oficina de la Asociación para compartir con el equipo de comunicaciones de La Cartelera, detalles de su paso por el colegio y cómo lo que aprendió dentro de la cerca de pinos, marcó su vida.

Gutiérrez es ex alumno de la promoción 1993, Administrador de Empresas con profundizaciones en finanzas corporativas, negocios electrónicos, alto gobierno, emprendimiento y liderazgo.

Esta es la entrevista:

La Cartelera (LC): ¿Cuál es su primer recuerdo del colegio?

Jaime Gutiérrez Hinojosa (JGH): Yo entré al colegio en 1981 a Montessori I, en ese tiempo sólo existía un Montessori.

Mis primeros recuerdos son muy gratos. El primer día de clase fue muy emocionante; nuestro salón era el Montessori del lado norte. Recuerdo bien que me causó mucha impresión ver tantas personas, algunas ya conocidas, pues veníamos del mismo jardín y otros de mis compañeros de curso, eran hijos de amigos de mis papás, era como estar en casa. Teníamos una profesora muy querida, pero a mitad de año la cambiaron, porque se enfermó.

El Gimnasio Moderno siempre ha estado presente en la familia, mi abuelo, mi padre y casi todos mis primos, también estudiaron en el Gimnasio. 

(LC): De esos primeros años, ¿recuerda un profesor?

(JGH): De mis primeros años recuerdo a varias profesoras: Chiqui, Blanquita, Maritza Charry, Leonor Rosso, Balela y por supuesto, el profesor Romero de gimnasia.

(LC): ¿Esos maestros fueron importantes en su vida?

(JGH): Si, me enseñaron desde muy temprana edad a respetar y aceptar las diferentes formas de ver el mundo, que no hay sólo una forma de hacer las cosas, que no hay sólo una correcta y que todas son válidas. Eso fue lo que mis profesores y el colegio me enseñaron, la variedad de pensamientos que pueden existir.

(LC): Es tradición en el Moderno las excursiones, precisamente para conocer cuán diverso es nuestro país, ¿recuerda una en especial?

(JGH): Todas las excursiones fueron importantes, pero hay una que recuerdo mucho, fue la de Octavo a Bahía Solano. Mucha caminada, con dormida en el barro, hubo de todo. En la de Sexto fuimos manejando hasta San Agustín, también fue buena, una aventura divertida, un viaje de tres días de ida y tres días de vuelta.

(LC): La amistad se desarrolla en estos viajes, ¿cree que la amistad y la cultura del Gimnasio es fácil de identificar fuera del colegio?

(JGH): Eso es verdad, mis amigos y socios son del colegio. Son relaciones para toda la vida. 

Cuando uno está fuera del colegio, es fácil identificar a un tipo del colegio por la forma de actuar. Es mucho más fácil identificar a los mayores, pues a los de promociones anteriores, uno siempre sabe quiénes son, además siempre salen con algún chiste o comentario del colegio. Los más jóvenes, son un poco más difícil identificar, pero siempre hay algo característico.

(LC): Una de las características es la Disciplina de Confianza, ¿cree que esta Filosofía lo ayudó para ser quien es hoy en día?

(JGH): El rol que tengo hoy en día de ser empresario y ser dueño de mi compañía tiene mucho que ver con eso. La Disciplina de Confianza forma para ser auto gestionado. El colegio me enseñó a no depender de alguien que me mande o me diga que hacer. Yo creo que la Disciplina de Confianza y la manera cómo lo forman a uno en el Moderno, tiene una repercusión importante. Además el colegio forma líderes, líderes que ante todo son personas con carácter humano.

(LC): ¿Algo parecido al Espíritu Gimnasiano?

(JGH): Si, es ser una persona íntegra, y al mismo tiempo crítica y amable. Ser buena persona y entender la importancia de ayudar y apoyar a los que nos rodean. No se trata de competir para ganar solo, si no de ayudarnos unos a otros y tener siempre un pensamiento en comunidad, no sólo con la Comunidad Gimnasiana, si no con toda la sociedad en general y así ganar todos.

(LC): Para terminar ¿Qué consejo le daría a los gimnasianos de hoy en día?

(JGH): Yo les diría, que en el Gimnasio Moderno le enseñan a uno a soñar y a hacer los sueños realidad. En el transcurso de su vida se encontrarán todo tipo personas, algunas van a intentar detener sus sueños. Yo hoy les digo, no se dejen. Nosotros luchamos por nuestros sueños y los hemos conseguido, hemos logrado hacer lo que hemos querido hacer, con mucho esfuerzo, pero sabiendo que lo que queremos con fuerza, es posible.

DANIEL SAMPER PIZANO

Daniel Samper Pizano, destacado periodista y escritor, gimnasiano de la promoción 1962, abrió las puertas de su apartamento en Bogotá al equipo de La Cartelera, y ofreció una agradable entrevista en la que contó su paso por el Gimnasio Moderno y como influyó en su vida profesional.

Samper ha sido colaborador, editor y columnista de varios medios de comunicación, dentro de los que se destacan, El Malpensante, las revistas Semana y Gatopardo, la Casa Editorial El Tiempo y Cambio 16. Ha sido libretista de reconocidas series de televisión como «Dejémonos de vainas», autor de más de veinticinco libros, profesor universitario y conferencista internacional. En  2016 fue reconocido como miembro correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua. Actualmente, invierte la mayor parte de su tiempo en escribir libros con un carácter mucho más pedagógico.

Esta es la entrevista:

La Cartelera (LC): ¿Cuál es su primer recuerdo del colegio?

Daniel Samper Pizano (DSP): Yo entré al Moderno en el año 1949, cuando tenía 4 años. Siendo entre nieto del Rector y becado,  tuve que mantener durante toda mi vida escolar excelentes notas, pues esa era la constante amenaza de mi madre: si perdía alguna materia, me sacaban del Gimnasio.

Recuerdo que me llevaban todos los días al colegio y me gustaba mucho pasar tiempo allí. Hubiera preferido menos exámenes y más horas de juego, pero en general, la pase muy bien. Salvo cuando había Jornada de Vacunación. Esos días para mí eran lo peor, llegue hacer locuras con tal de no enfrentarme con la jeringa. Para esa época, existía La Facultad de Economía en el Gimnasio Moderno, y yo les decía a los estudiantes, que eran jóvenes con carro, que me llevaran a mi casa porque me iban a vacunar, para ellos era un súper plan y me llevaban. Por supuesto, mi mamá tenía que salir corriendo conmigo al colegio y acompañarme a la dichosa vacuna. Sólo  existía una manera para que voluntariamente me dejaba vacunar. Era cuando las nietas del don Agustín iban al colegio a vacunarse. Y yo vivía enamorado de ellas, por supuesto no podía llorar enfrente de ellas, ese era el momento perfecto para vacunarme.

(LC): ¿Qué hace tan especial al Moderno?

(DSP): El colegio tiene la virtud de formar  personas y motivarlas constantemente, aunque les vaya mal en algunas materias.

En el colegio ante todo éramos libres. Si alguna vez no queríamos entrar a Misa, nos mandaban a la biblioteca sin mayor problema. El colegio tiene ese espíritu de libertad, respeto y ante todo de libre expresión.

 (LC): ¿Algún profesor marcó su vida?

(DSP): El mejor profesor que he tenido en mi vida, y debo aceptar que pasado por muchos sitios, donde he tenido excelentes profesores: la Universidad Javeriana y Harvard University, pero el mejor sin duda alguna Héctor Cardozo del Gimnasio Moderno, ha sido el mejor. Él enseñaba francés y latín. Era un profesor muy riguroso con los idiomas, pero lo que aprendía con ese señor era excelente. Yo aprendí latín en un año con él, mi francés actual es de dos años del Gimnasio.

(LC): ¿Y El Prof.?

(DSP): El Prof. era un tipo genial en mil cosas. Qué dejará la comodidad de una universidad alemana y se viniera a un sitio cuya lengua ignoraba, donde no sabía si había agua corriente, y viniera a nada distinto que enseñar, lo hace muy valioso. El Prof. era un ser especial, tenía esa capacidad de ser cómplice y al mismo tiempo estricto. Él era muy duro con la disciplina, pero era un gran tipo. Uno lo veía como un profesor, como un amigo, como un compañero, todo eso  reunido en una sola persona. No era un ogro dedicado a castigar a los alumnos. Podía ser el tipo que los fines de semana invitaba a sus alumnos a su finca a montar caballo y oír música. El Prof. era un tipo especial, no habrá otro como él, fue el alma de lo que era el Gimnasio, en esa época. Recuerdo que nos decía: “vamos, levántense a clase, parece que les salieran raíces en las turmas”. Ese tipo de complicidad lo hacía ver como un compañero, como un profesor, como un tipo al cual le podía contar un problema, y un muy buen profesor.

Ver Filosofía con él era una gloria. También nos dictó inglés, cuando el profesor se enfermaba. En Sexto fue mi Director de Curso, era muy divertido. A mí me pasaron muchas cosas con él. Era un buen maestro en Filosofía, muy culto en todo, es decir, en cualquier momento uno podía hablar de Shakespeare largamente o de literatura colombiana.

Cuando tuve quejas de profesores, no porque me sancionaran, sino porque eran muy malos, él siempre puso atención. Tuvimos un pésimo profesor de Literatura en Sexto, entonces yo mande una carta al colegio en la que decía: “no puede ser, con la ilusión que he llegado a la clase de Literatura Colombiana en Sexto y el profesor sabe menos de lo que yo sé ahora”. Entonces el Prof. me llamo: “a ver, que le pasa Samper, cuénteme”, entonces oyó todo lo que le dije y funcionó. Habló con el profesor, le debió decir… “usted tiene que preparar mejor las clases”, y hubo un cambio. El profesor era muy malo, pero se esmeró y mejoró un poquito.

(LC): ¿Recuerda alguna anécdota o travesura?

(DSP): Claro, yo hacía parte del grupo de teatro. En una oportunidad interpreté la Pobre Viejecita y mis hermanas me vistieron con la ropa de mi bisabuela. También, llegue a interpretar a Don Gervasio. Yo estaba perfilado a tener una gran carrera como actor. Pero una vez, cuando estábamos ensayando una obra en Bachillerato, nos pusimos a bailar “Can can” con dos amigos, uno de ellos Fernando Castro, que tocaba el piano, y nos encontró El Prof… nos dijo: “ustedes tres fuera del grupo”, y ese fue mi último día en el teatro.

(LC): Y… ¿las excursiones?

(DSP): Disfrute varias excursiones, entre ellas la del Caguán, cuando se podía ir allá, no había guerrilla ni nada de eso. Yo debía estar en Cuarto de Bachillerato, más o menos en 1958. Recorrimos todo el río Caquetá hasta la olla Amazónica. Luego caminamos 40 Kl para llegar al Putumayo. Fue una excursión muy buena. Otras que recuerdo fueron al Viejo Caldas, Tolima, Huila, toda esta zona. No sé si fue ese mismo viaje que fuimos a Cali y a Pasto, llegamos hasta la frontera con Ecuador.

Hubo una a la que no pude ir por falta de dinero, a los Santanderes. Mis padres fueron sinceros y me dijeron que no teníamos los recursos y pues atravesábamos una época difícil. No pude ir, no pasó nada. Tuve que ir al colegio todos esos días hacer un trabajo sobre la Ilíada y la Odisea, la leí completa.

Pero la mejor, sin duda, la excursión que hicimos en el último año, en barco por el río Magdalena, fue genial. Tomamos uno de los últimos champán que salían del Salto de Tequendama. Pasamos por Barraquilla, Santa Marta y Cartagena. Recuerdo que era muy incómoda, pero hoy digo que maravilla ver el río Magdalena, ya no había caimanes, ni muchas otras maravillas, pero sin duda fue la mejor, porque una excursión como del siglo XIX, dormimos en cubierta, en hamacas y comimos plátano.

 (LC): Cambiando de tema ¿Ud. fue director de El Aguilucho?

(DSP): Si, yo fui Director de El Aguilucho. Me siento orgulloso de decir que es la revista escolar con más ediciones ininterrumpidas de Colombia. Durante su larga historia, ha tenido editoriales fuertes de gimnasianos que quieren al colegio, pero también lo critican y quieren que sea un lugar mejor.

Nuestro Aguilucho no fue bueno, porque no sabíamos de muchas cosas. Conseguir patrocinadores era muy difícil, además antes había una revisión por parte de don Agustín, que coartaba nuestra libertad de expresión. Nosotros no  tuvimos el valor para evitar esa revisión, como si la tuvieron generaciones más jóvenes y ahora es un medio de comunicación libre, donde el colegio no tiene problema alguno a la hora de publicarlo.

Al Gimnasio le debo un espíritu liberal, no en el sentido de partido, sino en pensamiento. Aprendí a ser tolerante, dispuesto a aceptar opiniones distintas y todo eso, creo que es muy importante y lo siembran tempranito.

Me enorgullece la historia del Moderno, que haya nacido como un colegio de libre pensadores, cuando la iglesia católica dominaba la educación y el país estaba divido. Después de eso, el Gimnasio tuvo gestos para que no se dijera que era anticatólico. Tiene Capilla y siempre ha tenido capellanes, creo que el Gimnasio fue una de las obras importantes de la generación de mis abuelos, la generación de los años 30, la que trajo finalmente al Partido Liberal al poder y se sacudió un poco la clericalidad del gobierno en la educación. Esa generación fue muy importante, la del Centenario.

(LC): Ud. perteneció a La Banda, ¿qué instrumento tocaba?

(DSP): Empecé como triangulo y fui subiendo. Terminé como Jefe de Redoblantes. De triangulo pase a platillos, luego pase a tambor. Antes me gustaba La Banda por mil cosas, me gusta la música, salíamos a dar vuelta a los colegios de las localidades, siempre había alguna novia o amiga que se asomaba orgullosamente. Fui muy feliz en el Moderno, siempre quise que mis hijos y nietos fueran del Gimnasio.

(LC): ¿Cómo es un gimnasiano?

(DSP): El Moderno tiene que producir gente de bien, ciudadanos de bien, gente con ideas propias, con personalidad, gente que quiera hacer algo por este país. Y así lo ha hecho. En el colegio hemos tenido de todo un poco, hemos tenido toreros, guerrilleros, políticos, periodistas y eso es quizás la misma libertad que ofrece el Moderno, la que permite la variedad de personalidades que se encuentran en la calle.

Por ejemplo, yo siempre les pregunto a mis nietas, que de qué colegio son los novios, y hace poco una de ellas tenía uno del Moderno, yo estaba muy contento, ahora cambio, entonces me molesta mucho. Pero en general, cuando yo sé que alguien es del Moderno, se crea un puente con él.

 (LC): ¿Qué consejo le daría a los gimnasianos de hoy en día?

(DSP): Que sí se graduaron del Moderno para conseguir plata, el colegio ha perdido 13 años en ellos. Pero sí se graduaron para ayudar a “este puto país” entonces, lo hicieron bien.

(LC): ¿Cuál cree que es el papel del Gimnasio Moderno, en este momento?

(DSP): Como decían los fundadores, yo creo que debe formar ciudadanos de bien, con ideas propias, y personalidad. Que quieran hacer algo por Colombia. Esto quiere decir que sean respetuosos, tolerantes y que hagan cambios, eso se necesita. El Moderno es un espejo de nuestra sociedad.

JULIÁN SAAD

En esta edición de La Cartelera, presentamos la entrevista a Julián Saad Pulido, promoción 1993, comunicador social, periodista, profesor del colegio y actual Coordinador de la Cuarta Sección o Semestralización, quien con su carisma se ha logrado ganar el cariño de varias generaciones de gimnasianos.

Esta es la entrevista:

La Cartelera (LC): ¿En qué año ingresó al GM?

Julián Saad Pulido (JSP): Yo entré al Gimnasio Moderno en 1985 a Quinto Decroly, venía del Gimnasio Los Cerros, un colegio demasiado estricto y, por cosas de la vida, mis papás me trajeron al Moderno, lugar que ha sido mi segunda casa desde entonces. En un momento de ese viaje por el colegio tuve otras prioridades y perdí Noveno, en esa época era difícil repetir en el colegio y estuve un año por fuera, en el Liceo Boston. Aunque fue una experiencia muy valiosa, desde el primer día, mi propósito fue volver al Gimnasio. En general me fue muy bien, y Mario Galofre me dio la oportunidad de volver al Moderno en Décimo.

Tengo muy buenos recuerdos del colegio en general, este es un lugar que tiene algo mágico, difícil de explicar con palabras. Para quienes estudiaron toda su vida es quizás más fácil ver a su colegio como algo normal, pero para quienes llegamos de otros lugares, este colegio fue un gran resguardo, un espacio de crecimiento en todo sentido.

 

(LC): De su época de estudiante ¿qué recuerda?

(JSP): A pesar de que le tenía pánico a hablar en público, me encantaba el teatro, electiva que siempre elegí, tal vez en un acto de masoquismo. Como profesor volví a las tablas. El teatro fue crucial para no tomarme tan en serio los problemas y asumir la vida con humor. Es curioso pensarlo ahora, pero en la actualidad, parte de lo que hago de alguna manera requiere de las artes escénicas.

Recuerdo también que me encantaba jugar a las escondidas o hacer guerra de eucaliptos en el zoológico, todo eso era estar en otro mundo.

Del Bachillerato recuerdo con mucha gratitud a Pompilio, él iba más allá de las clases, le abría a uno la mente, lo hacía a uno cuestionarse muchas cosas y el pacto de amistad con sus disciplulos . Debo reconocer que todos los profesores de alguna manera modelaron mi carácter; Maritza Charris, Myriam de Cuervo, Alberto Gerardino, Ernesto Galindo, Vicente Torres, Pompilio, Don Guillermo.

Las excursiones fueron muy importantes para nosotros, recuerdo con cariño un par de travesías por el Choco y Gorgona. Por la situación del país no pudimos realizar la tan esperada excursión en jeeps a la Guajira, pero en cambio fuimos al Huila en carros; los del otro curso llegaron un poco más lejos porque estaban mejor equipados.

Ya como profesor las excursiones son otra cosa, es una responsabilidad muy grande. Estamos en una transición donde este espacio formativo se asume con cero tolerancia al alcohol; ha sido difícil por la cultura que nos rodea, pero emocionante también, porque hemos podido comprobar hasta dónde los jóvenes son capaces de autorregularse, pasar bien, aprender y superar obstáculos sin el alcohol. En cualquier caso, las excursiones son quizás el espacio formativo más importante que tiene el colegio para fortalecer el conocimiento y los vínculos entre maestros y estudiantes.

(LC): ¿Alguna travesura?

(JSP): Más que una travesura, una historia particular. Cursaba el último grado y hacía parte del Comité El Aguilucho, allí, entre otros fortalecí mi gran amistad con Ricardo Silva, Germán Pardo y Sergio Mendoza. Para una de las ediciones yo estaba escribiendo un artículo sobre El Prof. Bein a quien no tuvimos la fortuna de conocer. Queríamos recolectar más información sobre este gran maestro, pero la idea era que fuera de primera mano, y fue así como con mis compañeros del comité realizamos una sesión de Güija para entrevistarnos con él. Nos quedamos por la noche en El Aguilucho y lo único que conseguimos fue un gran susto producto de algún ruido por ahí, que nos llevó a correr despavoridos del Edificio.

(LC): ¿El colegio lo llevó a ser la persona que es hoy en día?

(JSP): Sí, mis papás y el colegio. Debo decir que, jamás me imagine dictando clases, menos en un colegio y mucho menos en el Gimnasio Moderno. Haber pasado por acá y ser ex alumno, crea un vínculo mucho más cercano con los estudiantes. La formación escolar me ayudó a crear un puente entre mis alumnos y yo. Pasar por las aulas del Moderno contribuyó mucho más a la comunicación con ellos y a entenderlos mucho mejor.

(LC): Termina el colegio, va a la Universidad… y vuelve al Moderno.

(JSP): Todo empezó en 2001 cuando Ricardo Silva, también promoción 1993,  se había inventado una Electiva de cine. Ese año Ricardo tenía un viaje pendiente y me encomendó la difícil tarea de reemplazarlo. Aún no me había graduado, pero aun así asumí la clase, con el aval de Juan Carlos Bayona y, poco a poco, me fui quedando; me dieron más horas de clase, coordiné el Centro de Estudios Continuados, la emisora, me volví director de grupo y por 10 años aprendí muchísimo de todos mis estudiantes. De repente, me llegó una propuesta del Gimnasio Femenino para crear y coordinar la Oficina de Comunicaciones, y con el temor de dejar la comodidad que me procuraba el Moderno, y muchas expectativas, asumí este cargo durante dos años, tiempo muy valioso para seguir aprendiendo. En 2013, un año lleno de cambios para el colegio, Víctor Alberto Gómez, rector actual, me ofreció regresar al Moderno, opción que no había descartado y volví, convencido de que mi paso por este lugar ha sido fundamental en mi vida. Volví al colegio con nuevas e importantes responsabilidades, como la de asumir el gran reto del proceso formativo de los alumnos de los últimos dos grados.

 (LC): Fue Coordinador de la Emisora… ¿cómo le fue?

(JSP): Mi amor por la radio lo descubrí en la Universidad, durante el colegio no, a pesar de que Tito De-Irisarri, amigo y compañero de promoción se la había inventado. Cuando volví al colegio como profesor de cine, me reencontré con Tito y empezamos a tener algunas conversaciones. Él se ocupaba de la Oficina de Comunicaciones, donde hoy tiene una responsabilidad importante. En 2006  Tito y Juan Carlos Bayona, me ofrecieron coordinar este importante proyecto pedagógico del colegio. Trabajar en la emisora del Gimnasio Moderno, significó darle rienda suelta a todo lo que se les ocurriera a los estudiantes, era un espacio perfecto, abierto, para materializar proyectos de estudiantes y maestros. En esa época estrenamos la emisora on-line y con Tito nos inventamos los programas de radio “Crónica y de Música” que actualmente se transmiten los sábados a las 11:30 a.m., por los 106,9 FM. Lo que es hoy la emisora, un referente de la radio escolar en Colombia, se lo debemos a Tito. En estos últimos 3 años, no he podido dedicarle el tiempo que quisiera.

 (LC): ¿Pasó por La Cartelera?

(JSP): Si, en 1995 fui gerente y fotógrafo. Con Ricardo Silva, Daniel Samper y Germán Pardo, se nos ocurrió volver el folleto una revista. Quisimos darle un tono más periodístico y cultural, con artículos que trascendieran el tema local de ex alumnos. En tres ediciones reconocimos el perfil de varios ex alumnos, pero también hicimos reportajes en el centro de la ciudad. Lastimosamente el proyecto fue cancelado, pues la Asociación pasaba por un momento económico difícil. Sin embargo, fue evidente nuestro interés por editar publicaciones y, en esa época, durante la rectoría de Leopoldo González, le propusimos crear el Fondo de Publicaciones del colegio, donde alcanzamos a publicar una serie de colecciones con temas pedagógicos y de literatura.

(LC): ¿Los ex alumnos del Moderno se parecen en algo?

(JSP): Sí, yo creo que muchos se pueden identificar por el humor, es muy característico, nos permite burlarnos de nosotros mismos y decirnos las cosas con mayor libertad.  

(LC): Siendo ex alumno y profesor del colegio ¿cuál cree que es la función del Moderno?

(JSP): La función del colegio es apórtale cada vez más y de manera positiva a la sociedad, tenemos una gran responsabilidad social y ambiental. Es nuestra función graduar personas de bien, responsables, autónomas, conscientes.

(LC): Ya para terminar, ¿qué consejo les daría a sus alumnos?

(JSP): Que les devuelvan a sus familias, a sus amigos y a la sociedad un poco de lo que han recibido. Que sean buenas personas; agradecidos, buenos hijos, buenos padres, buenos amigos, buenos estudiantes, buenos profesionales.

RECONOCIMIENTO A TODA UNA VIDA

Durante la ceremonia de graduación de la promoción 2016, el pasado 9 de diciembre, en el Centro Cultural del colegio, el Consejo Superior del Gimnasio Moderno enalteció con uno de los más grandes honores que entrega el colegio, la Medalla Agustín Nieto Caballero en Grado Plata, al doctor Eduardo Rueda Rojas, de la promoción 1952.

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Con la resolución número 01 de 2016, el Consejo Superior de la Fundación Gimnasio Moderno, concedió este honor considerando lo siguiente: esta Medalla fue creada en 1974, buscando reconocer y enaltecer a maestros, empleados o colaboradores del colegio que hayan hecho un aporte significativo a la Comunidad Gimnasiana. Que la estirpe de la familia Rueda ha estado vinculada a la historia del colegio desde que don Venancio Rueda Angarita asumió en 1927 las funciones como médico y profesor de Fisiología e Higiene, hasta 1957. Y que Eduardo Rueda Rojas, hijo de don Venancio, ingresó como estudiante al colegio en 1943; durante su vida escolar se destacó y obtuvo notables calificaciones y en 1945, fue reconocido con la Copa del Esfuerzo Personal.

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Hijo de Venancio Rueda Angarita y Julia Rojas Escovar, es el segundo de cinco hermanos: Emilia, Eduardo, Jorge, Julia y Guillermo. Esposo de Yolanda Sáenz Azcuenaga, es padre de Catalina, María Clara, Eduardo, Felipe y Miguel Antonio, todos ellos gimnasianos. Estudió medicina en la Universidad Nacional del Colombia y siguiendo el legado de su padre, se vincula de nuevo con el colegio como médico en 1962, y durante 55 años tuvo a su cargo la responsabilidad de cuidar la salud de los gimnasianos. Siendo el gimnasiano que se ha vinculado por más tiempo con el colegio, más de 65 años.

Presentamos aquí sus palabras.

Video cortesía de la Oficina de Comunicaciones del Gimnasio Moderno

ANTONIO RESTREPO

Antonio José “Toño” Restrepo Salive, cantautor, productor y locutor gimnasiano de la promoción 1997, nominado al Grammy Latino en la categoría Mejor Álbum Tropical Contemporáneo 2016, dio una entrevista exclusiva al equipo de La Cartelera, para la edición de fin de año.

Aquí la entrevista.

LC (La Cartelera): ¿En qué año entró al Gimnasio Moderno?

AR: (Antonio Restrepo): Yo soy cosecha 1985 y empecé en Montessori, en ese tiempo no existía Montessori I o II. Mi salón estaba entre las dos casitas frente a la arenera, recuerdo que mis Directoras de Grupo fueron Luisa Amaya y Martha Cecilia Cano. En ese año, como lo dice el himno, el colegio era como un alcázar de ilusión y se convirtió en una extensión de mi hogar.

Esa sensación de sentirme en casa se ha prolongado hasta hoy. Y creció cuando estaba en 11°, en esa época  mis días se prologaban hasta las 8 de la noche, terminaba las clases y me iba para la Emisora, yo era Director con Camilo De-Irrisari. Tenía mis programas, era Jefe de Liras y a veces Jefe Encargado de la Banda, no pude asumir la jefatura por falta de dos votos. Pertenecía al Comité de rifas, juegos y espectáculos, a la selección de fútbol, al grupo de teatro, era muy activo en todos los eventos del colegio.

LC: ¿En qué momento descubre su pasión por la música?

AR: Yo crecí al son de Bambuco, Torbellino, guabina, bolero, música infantil, oía mucho folclor, cumbia, música tropical, pues vengo de familia costeña y mi abuelo en la mañana de los sábados nos despertaba con son y boleros. A mi padre le gusta la salsa de Richy Rey y Bobby Cruz, Joe Arroyo. También les gusta la música clásica, la zarzuela, las baladas pop, llegue a oír música del Puma, música brasilera zamba y bosa nova. Cuando entre al colegio y me encontré con Martha y Nora Figueroa que inició mi amor por la música colombiana, me enseñan lo que es el folclor y ya entiendo porque el bambuco, el torbellino y la guabina, se traducen en términos de lenguaje musical, ellas me permitieron acercarme a una marimba, a los cocos, a la flauta dulce y al piano,  fue allí cuando descubrí yo podía ejecutar esa música y se me abrió el mundo.

LC: Alguna anécdota que quiera compartir…

AR: Recuerdo muchas, unas mejores que otras. Hay una pilatuna en especial, que llega a mi memoria con tristeza y alegría a la vez. Fue en una de esas excursiones de un día, creo que fue a Tabio, no recuerdo muy bien. Estábamos en el lavadero de una casita campesina, que muy generosamente nos prestaron su casa para hacer el picnic. En medio del juego y el alboroto, terminamos botando su ropita, muy divertido. Hoy en día me da mucha tristeza porque ensuciamos todo a unas personas tan amables, tan serviciales que merecen tanto respeto, eso también lo aprendí en el Moderno, a tratar a todas las personas por igual.

Ya más grande en 2° de Bachillerato, el profesor Gerardino de Español y Literatura nos hacía traer el periódico todos los días, que arrumaba dentro del cuartico cerca de los lockers. Un día, en un acto de piromanía con José Manuel Restrepo y otros compañeros, le prendimos fuego, pero fue más una cuestión intuitiva, fue más fuerte que nosotros, el periódico nos llamó. Nuestra travesura casi cuesta el Edificio de Bachillerato. Recuerdo que empezó a salir humo por todo lado, esto fue un enfado absoluto de don Guillermo Quiroga, que fue causa de mi segundo boletín malo.

LC: ¿Cuál fue la excursión que recuerda con más emoción? ¿Por qué?

AR: Todas las recuerdo con mucho cariño, pues mi curso fue nominado tres veces al Premio de Excursionismo, todavía me pregunto por qué no nos lo ganamos. Entendí lo que era la filosofía del excursionismo, entendí lo que quiso inculcarnos don Agustín y el Prof. Bein, con salir al campo, con aprender del campo, eso fue fundamental, ese tipo de educación tiene que estar desde pequeños, el cuidado a la gente, el cuidado a sí mismo, el cuidado a la naturaleza, y eso se lo debemos al Moderno. Las excursiones para mí no solo fueron magnificas, si no que hoy en día aún las hacemos, vamos a excursiones con amigos del colegio, porque tenemos un grupo de excursionismo.

LC: ¿Cómo identifica a un gimnasiano?

AR: El gimnasiano se identifica por su caballerosidad absoluta, por su humanismo, porque es un tipo que entiende el contexto socio-cultural, no solo del país sino también del mundo entero. Es una persona generosa, se da la mano con todo el mundo, no distingue entre raza, sexo, religión, es un ser de mente abierta. El gimnasiano es formado entre humanismo y caballerosidad.

LC: ¿Qué consejo le daría a los gimnasianos de hoy en día?

AR: Una palabra cliché que hay que seguirla diciendo, uno no la entendía cuando se la decían, y hoy, después de tantos años, hoy la entiende: ustedes son el futuro. Los niños son el futuro. El Gimnasio Moderno, sin lugar a duda, se volvió un motor, se volvió alma formadora de esas personas que tienen que llevar las banderas, no solo en el ámbito político sino en todos los contextos de nuestra sociedad, pues el Gimnasio Moderno se caracteriza por formar a líderes.