ESTEBAN MEZEY JABERG

El destacado médico gastroenterólogo del Hospital Johns Hopkins Bayview en Baltimore, Maryland – Estados Unidos, Esteban Mezey Jaberg (53), dio a La Cartelera una agradable entrevista, apropósito de sus más de 50 años de ejercicio profesional y sus importantes logros en su investigación sobre el metabolismo del alcohol, cirrosis, el tratamiento de la hepatitis alcohólica y cáncer del hígado.

El Dr. Mezey nació en Viena, Austria el 12 de octubre de 1936. Recibe su título de bachiller del Gimnasio Moderno el 30 de noviembre de 1953. Luego de lo cual viajó a los Estados Unidos donde estudió zoología en Yale University, y en 1958 empieza su carrera de medicina en Harvard Medical School. Se destaca su labor como médico gastroenterólogo, patólogo, miembro activo de distintas sociedades profesionales e investigador con más de 200 publicaciones alrededor del mundo, así como su faceta como docente en “The Johns Hopkins University School of Medicine”. En 2002 es galardonado con los premios “Distinguished Service Award» de la Asociación Americana para el Estudio del Hígado y “The David M. Levine Excellence in Mentoring Award Department of Medicine” en 2013. Fue Jefe del Departamento de Hepatología de esa institución por más de 30 años y Presidente de la Asociación Americana para el Estudio del Hígado. En la actualidad hace parte del equipo médico del Centro Médico Johns Hopkins Bayview y es uno de los 50 especialistas del Hospital Johns Hopkins desde 1968, donde es profesor de la escuela de medicina desde 1982.

Presentamos aquí, la entrevista.

La Cartelera (LC): Doctor Mezey ¿Cuáles son sus primeros recuerdos del Gimnasio Moderno?

Esteban Mezey Jaberg (EMJ): Entré al Gimnasio en 1943 a Primero Decroly. Pero gracias a mis logros académicos me promovieron de Quinto Decroly a Primero de Bachillerato en 1948, saltando el curso Preparatorio.

Recuerdo con mucho cariño a mis compañeros de colegio y las excursiones por caminos reales fuera de Bogotá.

Siempre estoy en contacto con mis colegas de clase y nos hemos reunido en Colombia dos veces en los últimos 5 años. También estoy en contacto con dos alumnos graduados en el 1954 y los he visto en varias ocasiones. Cuando estoy en Colombia nos reunimos con sus familias. Tenemos comunicación constante por correo electrónico.  Nos gusta hablar sobre la salud de todos y me avisan sobre quienes han muerto.

(LC): ¿Recuerda a alguno de sus profesores de los primeros años?

(EMJ): Por supuesto, recuerdo al profesor de Geografía, pero no su  nombre. Él se dedicó a enseñarnos geografía de Rusia. Se comentaba que tenía reuniones con algunos de los estudiantes en el centro para discutir política internacional, incluyendo comunismo.  Desapareció después del curso, creo que se fue a Rusia. No sé qué le paso.

 (LC): Entre sus fotos encontramos una portando el uniforme scout… ¿cómo fue esa experiencia?

(EMJ): Si fui Scout. Fue una experiencia muy interesante, había mucha disciplina. Tuvimos muchas excursiones fantásticas a las montañas. Subimos a la quebrada La Vieja, de allí para llegar al punto geodésico número 7, caminábamos como 3 o 4 horas.  También hicimos muchas otras excursiones, incluyendo subir al Guadalupe (Alvaro Villamil Mendoza de la clase de 1954 mató una culebra y esto se noto en El Tiempo). Años más tarde fuimos en bicicleta a un lago al oriente del Viejo Puente del Común. Subimos muchas veces por La Calera. Con el Prof. Bein caminamos de Ubaque a Bogotá por el camino real. En una ocasión nos quedamos de noche en medio de la cordillera. Recuerdo que hacía mucho frío.

(LC): Se nota que para usted las excursiones fueron importantes ¿Cuál recuerda con más emoción?

(EMJ): Sin duda la excursión a La Guajira, Noreste de Colombia. La excursión duró casi tres semanas.  Fuimos por carretera en jeeps con el Prof. Bein. Un carro era de él, otro de los hermanos Pablo y Fernando Toro, y los demás fueron arrendados. Pasamos por Tunja, Ocaña, Bucaramanga, Cúcuta, Valledupar, Riohacha y Uribía. La carretera era pésima y en muchos lugares no había puentes, por lo que nos tocó empujarlos a través de los ríos.

Dormimos en hoteles en las ciudades, pero en el campo nos tocó en el suelo de casas de abode, sobre mesas en restaurantes y en hamacas (en un bar en Uribía a cincuenta centavos por persona) o sentados en el Jeep.

En Ocaña jugamos baloncesto contra el colegio local y perdimos. En Valledupar nadamos en el río y en la Guajira en el mar. En Riohacha compramos cosas de contrabando. El pescado fresco fue extraordinario, ya había poco de eso en Bogotá. Ganamos muchas experiencias al viajar e improvisar. Conocimos mucho de Colombia y sus habitantes, hasta nos encontramos los indígenas de la zona.

 (LC): Y en la parte académica ¿Qué materia disfrutaba más?

(EMJ): Era bueno en Geometría y Trigonometría.

(LC): Y ¿Cuál definitivamente era la peor materia?

(EMJ): No me gustaba memorizar poesías, y en clase de Castellano debíamos repetirlas de memoria a todo el tiempo. Era aburrido.

(LC): En su paso por el Gimnasio ¿algún profesor marcó su vida?

(EMJ): Profesor Ernesto Bein, pues me ayudó entender ciencia, y las maneras de resolver problemas nos sólo científicos, también los de la vida.

El Prof. fue un guía en como pensar lógicamente la Química y las ciencias. Él era muy riguroso y solo aceptaba excelencia en ejecución de tareas. Nos enseñó todo lo nuevo en Química y algo de Física, las teorías de Einstein y la fisión del átomo. Tenía gran disciplina y nos la inculco. Una vez llegué tarde a la clase y me dijo que debía presentarme la próxima mañana a las 7:00 am para el desayuno que tenía todas las mañanas con los Internos. 

Después de mi primer año en Yale College volví a verlo y me invitó a hablar en la clase de Sexto Bachillerato sobre mis experiencias en Estados Unidos y les diera consejos a los estudiantes.  Años más tarde, lo vi de nuevo. Lo que ahora me parece raro, es que nunca lo oí hablar en alemán.

(LC): Cuéntenos una anécdota…

(EMJ): Cuando éramos pequeños, recuerdo que rompí el vidrio de una ventana en clase, al botar un borrador de los del tablero, jugando con mis compañeros. Ese mismo día por la tarde compré con mis papás otro vidrio y arreglamos la ventana. El profesor me facilitó por arreglar la ventana sin mencionar el incidente del día anterior. 

También me acuerdo con mucha simpatía, que en clase de Inglés nos hacían leer Reader’s Digest como ejemplo de la cultura de los Estados Unidos. En realidad, y fuera del registro, esa lectura no nos ayudó en nada a pensar en salir del país o a interesarnos en conocer USA.

(LC): Por otro lado, usted vivió en el Gimnasio Moderno el 9 de abril, el Bogotazo. Cuéntenos un poco, ¿cómo fue esa experiencia?

(EMJ): Me acuerdo claramente ese viernes 9 de abril de 1948, porque estábamos en Primero de Bachillerato, en clase de dibujo. De repente nos anunciaron que Jorge Eliecer Gaitán fue asesinado y había una revuelta, incendios en las tiendas, en los edificios y los tranvías, la gente estaba levantada, robaban, disparaban y había muchos muertos en la calle. Nos dijeron que el colegio se iba cerrar y que debíamos volver a nuestras casas. No había transporte. Con mis amigos nos fuimos caminando. Yo camine a mi casa en la calle 39 y vi los tranvías incendiados y muchas personas con mercancía robada. En particular, recuerdo un señor que tenía los brazos llenos de relojes.

(LC): ¿Cree que su paso por el Moderno definió su vida?

(EMJ): Creo que sí. El Gimnasio definió mi vida en cuanto a preparación para investigación científica, el gozo de deportes y la literatura. Hoy en día sigo nadando y esto lo hago desde que salí del colegio. También mantengo el placer de la lectura, he leído libros de Gabriel García Márquez y Juan Gabriel Vásquez.

(LC): Ya para terminar ¿Qué consejo le daría a los gimnasianos de hoy en día?

(EMJ): Les aconsejo que aprovechen todo lo que ofrece el Gimnasio en la parte académica y la guía que les imparten acerca de lo que es importante en la vida. Pues es el Espíritu Gimnasiano, es la enseñanza académica, acompañada de libertad de pensamiento y expresión.