JORGE MICHELSEN

“La manera como nos formaron, nos llevó a no ser el que va atrás en la fila, sino el que va adelante halando”.
Jorge Michelsen Rueda

Jorge Michelsen Rueda, gimnasiano de la promoción de 1953, ofreció a La Cartelera una entrevista en la que contó parte de su vida profesional y por qué la formación del Moderno, según él, garantiza el éxito y el liderazgo en diferentes campos.

Jorge nació el 7 de enero de 1936, hijo de Carlos Michelsen Lombana y María Elena Rueda Williamson. Contrajo matrimonio con Manuela Fonnegra Rocha,  relación de la cual surgieron dos hijos, Juan Pablo y Silvia. Estudió medicina, carrera en la que se desatacó a lo largo de su vida y lo ubicó en un rol decisivo en diferentes hechos históricos de nuestro país, como la toma del Palacio de Justicia y la avalancha de Armero. Trabajo en diferentes hospitales, dirigiendo el de la Samaritana, fundaciones e instituciones de la salud en diferentes cargos. Fue presidente de la Sociedad Bogotana de Obstetricia y Ginecología, trabajo en la Universidad del Rosario, la Javeriana y la Universidad de Costa Rica. Se desempeñó como Viceministro de salud, Director del Instituto Nacional de Salud y Embajador de Costa Rica.

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 Presentamos a continuación la entrevista:

LC (La Cartelera): Iniciemos la entrevista con un retroceso en el tiempo ¿Cuál es el primer recuerdo que tiene de su llegada al Gimnasio Moderno?

JM (Jorge Michelsen): El primer recuerdo que tengo del Gimnasio Moderno es ver el edificio desde la ventana del Colegio de La Presentación en el que estudie el Kinder y que en ese entonces se ubicaba a dos cuadras del colegio.

Cuando entré al colegio llegue a 1° Decroly, no se me olvidará nunca, por que en mi salón había una profesora muy querida, Alicia, fue como si llegara a mi casa, nunca tuve problemas, de bullying, ni de desadaptación con los compañeros, por el contrario, nos hicimos amigos y encajamos muy bien. Con varios de ellos nos vemos hoy en día.

LC: ¿Sus amigos actuales son los mismos amigos del colegio?

JM: Sí, precisamente con cuatro de ellos nos vemos cada mes para almorzar, fuimos muy unidos, algunos ya han muerto.

En la época del colegio nuestra afición era el fútbol, era el comienzo de su época dorada, jugábamos mucho y la piscina de entonces se llenaba una vez al año y la gozábamos. Era una piscina completamente helada, la usábamos hasta que se ponía verde. Esas eran las dos diversiones. Después vino la construcción de la Capilla y don Agustín siempre nos contaba sobre los vitrales, que se demoraron meses o años en llegar e instalarlos, esos fueron los hitos principales de nuestro curso.

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LC: ¿Qué recuerda de don Agustín?

JM: Siempre me impactó don Agustín y su relación con nosotros, sus alumnos, mostraba su cariño con cada uno, era muy amoroso. Una vez en la semana nos hacia unas conferencias muy interesantes, en el Teatro Fernández Madrid, donde nos inculcaba todo lo que necesitábamos para ser buenos ciudadanos, empezando por su muy conocida Disciplina de Confianza. Él fue el Rector durante toda mi estadía en el colegio.

LC: Para usted ¿qué es la Disciplina de Confianza?

JM: La Disciplina de Confianza es: aprender a manejarse a sí mismo. Es el saber que existen leyes, reglamentos o limitantes que le dicen a uno sí o no, entonces se aprende a manejar esos conceptos y saber cuándo es no, y cuando es si, pero por uno mismo. En ese tiempo el colegio siempre tenía las puertas abiertas, y uno sabía que no se podía ir, pero si se quería, se podía ir. En el estudio es lo mismo, si uno quería estudiar, estudiaba y si no quería, no lo hacía pero se sabía que estaba mal no estudiar.

LC: Además de don Agustín ¿algún profesor lo marco en su paso por el colegio?

JM: La otra persona que fue trascendental en el colegio, en esa época, fue El Prof. Bein, quien se encargaba de mostrarnos la bondades de la Disciplina. Con nosotros fue muy cercano, pues fue nuestro Director de Curso en Quinto y Sexto de Bachillerato. Con él hicimos la primera excursión de gimnasianos a la Guajira.  Fuimos en varios Jeeps, saliendo de La Raqueta, pasando por Bucaramanga, Cúcuta, Ocaña, Valledupar, llegando a la Guajira, transitando por trochas y con guía indígena hasta Uribia, Manaure, rancherías indígenas. Fue una experiencia increíble en nuestras vidas y trazamos una nueva época de excursiones del colegio. Fueron casi tres semanas de viaje y aventuras por caminos difíciles, ríos y miles de aventuras. Eso nos sirvió mucho para estrechar aún más, nuestra amistad y compañerismo.

LC: Cuéntenos algunos recuerdos que tenga de su paso por el Moderno.

JM: Recuerdo que nos reuníamos en el teatro Fernández Madrid, actualmente es la Biblioteca de Los Fundadores. Los viernes íbamos a rezar de 8:00 a 9:00 am, a Cristo Rey, pues la Capilla en ese tiempo no existía, y asistíamos a la Izada de Bandera, esos eran las tres cosas principales. En esa época no había Banda de Guerra como ahora. Teníamos excursiones, deportes, atletismo, la huerta. En sexto de Bachillerato se tenía relación con el Gimnasio Femenino y el Nuevo Gimnasio, jugábamos la copa de tenis y almorzábamos en el colegio de ellas o las recibíamos.

En la huerta sembrábamos plantas, verduras, llevábamos lechugas a la casa de la que habíamos sembrado, las azucenas o la caléndula. Eso es importante, nos enseñaban el valor del campo y el valor del trabajo manual.

También recuerdo que en cuarto de Primaria el Ministerio de Educación instauró el Quinto Año, pero el colegio no podía quedarse sin estudiantes Bachilleres todo un año, entonces nos dividieron por las notas que teníamos, unos pasamos a Primero de Bachillerato y los otros a Quinto de Primaria. Eso fue en el año 48. Ese mismo año paso lo del 9 de abril, que también fue una experiencia muy complicada porque yo vivía en la calle 14 en pleno centro. Yo estaba en el colegio almorzando, cuando se supo la noticia. Tenía una tía que vivía cerca al Gimnasio en la calle 70 y me fui para allá. Cuando pude volver a la casa el impacto fue terrible, había cualquier cantidad de sitios incendiados y en la esquina había un francotirador que en las noches disparaba a los soldados. Y ese año a pesar de eso hicimos una excursión a la finca de papá y paseamos en el norte de Tolima y ahí se acabaron las excursiones hasta el año 53 por el periodo de violencia.

LC: ¿Usted cree que lo que aprendió en el colegio le permitió ser líder en su área?

JM: Si claro, eso era lo que iba a decir, la manera como nos formaron nos llevó a siempre ser líderes, no ser el que va a detrás en la fila, sino el que va adelante halando. 

LC: Y para seguir la tradición ¿sus hijos estudiaron en el Moderno? 

JM: Juan Pablo entro al colegio y ahí fue cuando nos fuimos a Estados Unidos, y allá hizo su Primera Comunión con el  uniforme del Gimnasio. 

LC: ¿Qué es lo que usted cree que nunca se deba perder en la vida?

JM: La única cosa es que uno nunca debe perder son sus orígenes, pues además de la casa son el colegio, los orígenes académicos. El colegio es como el papá y la mamá en el campo de la vida, todo lo demás por fuera del hogar esta afianzado por la educación. Mis sobrinos nietos que están en el colegio continúan con esa mística por el Gimnasio, más que amor es la mística, se vuelve parte de uno. 

LC: ¿Recuerda alguna travesura que hayan hecho? 

JM: Éramos juiciosos, muy juiciosos.

LC: ¿Cómo transcurrió su carrera de medicina en el sector público?

JM: El doctor Raúl Orejuela, Ministro de Salud en 1977, me propuso que fuera Director de la Oficina de Relaciones Internacionales del Ministerio de Salud. Posteriormente, con el cambio de gobierno, en 1979, bajo la presidencia de Julio César Turbay, fui designado Vice Ministro y Ministro encargado en varias oportunidades, siendo Ministro Alfonso Jaramillo.

LC: ¿Qué experiencias recuerda en su trayectoria como médico?

JM: Estuve trabajando en el hospital de la Samaritana, fue una experiencia increíble, pues vivimos el ataque al Palacio de Justicia, este hospital era el más cercano al lugar de los hecho, por lo tanto recibimos a los heridos.

Otra experiencia importante en mi trayectoria profesional fue la avalancha de Armero. El día de la tragedia, yo iba a hacer una cirugía en la Clínica Palermo a las 6:30 am, cuando llego la noticia, a través de un piloto que descubrió el suceso y en sus propias palabras nos dijo: “se acabó Armero”. Así que me puse al servicio de los damnificados y los heridos. Los pacientes de La Samaritana fueron trasladados a otras instituciones y dedicamos el hospital a los sobrevivientes, lamentablemente se murieron muchos. No se me olvida una monja que se murió de tétanos, no teníamos la cura. El manejo que le dimos a esta emergencia se convirtió en una experiencia que sirvió como modelo para la Organización Panamericana de Salud, en el manejo de tragedias de este tipo.

Luego de todas estas experiencias, volví a mi práctica privada, hice consultorías para la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud. Luego en el gobierno del presidente Barco fui Director del Instituto Nacional de Salud, allí estuve hasta la presidencia de Gaviria. En este cargo fui el encargado de manejar la epidemia de dengue hemorrágico. El presidente me encomendó la campaña en los medios de comunicación y laboratorios, para llevar las estadísticas día a día. Esto marco un hito epidemiológico en el país, ya que nunca se habían manejado epidemias de esa magnitud.

LC: ¿Cómo fue su trayectoria docente?

JM: Siendo mi especialidad la ginecología y la obstetricia, inicialmente fui instructor en la Universidad Javeriana y posteriormente en la Universidad del Rosario, en ese momento me retire para hacer en la Universidad de Harvard una Maestría en Salud Pública, combinando las dos especialidades. Luego fui profesor y jefe del Departamento en la Universidad Javeriana.

LC: Siendo médico ¿cómo terminó de Embajador?

JM: El presidente Samper, creo yo, teniendo en cuenta mi experiencia administrativa en el sector público y privado, y como un acto de confianza, dada nuestra amistad, decidió designarme como su Embajador ante el gobierno de Costa Rica, en donde tuve oportunidad de desarrollar una muy buena relación con el presidente Figueres, quien a la vez era buen amigo del presidente Samper, allí estuve hasta el final de su gobierno.

Luego volví a Colombia un par de años, pero tuve un problema de seguridad y regrese a trabajar a la Universidad de Costa Rica y otras fundaciones durante 3 años. Después regrese y se me acabo la vida pública y profesional porque estaba en pleno vigor la Ley 100, digamos que el tipo de práctica que hubiera podido ejercer no era lo que yo estaba acostumbrado a hacer, ya tenía más de 65 años y me dedique a consultorías. Aunque para decir una cosa que es completamente cierta, uno nunca deja de ser médico.

LC: Para finalizar ¿qué mensaje le gustaría dar a los gimnasianos de hoy en día?

JM: Que no se olviden de la Disciplina de Confianza, esa palabra es la ética. Es evitar las tentaciones y cosas terribles. Es paradigma, que nunca pasa de moda, ayuda a no salirse del camino y alejarse de las malas tentaciones, le hace formar la familia como debe ser y eso no se debe olvidar a la hora de ser un profesional exitoso. Si uno tiene ese paradigma claro, entonces forma un norte, si no se sale de ahí, se asegura una vida exitosa, como la de los gimnasianos.

JUAN FELIPE CANO IBÁÑEZ

El director de cine colombiano, Juan Felipe Cano Ibáñez, gimnasiano de la promoción 1997, dio a La Cartelera una entrevista apropósito de éxito alcanzado con su opera prima  “La semilla del silencio”, película que fue lanzada el pasado 3 de marzo de 2016 a las salas de cine nacional, luego de su presentación en el Festival de Cine de Cartagena en 2015.

Cortesia del gran Juan Ca Rios

Una foto publicada por Juan Felipe Cano (@pipecanoibanez) el

Cano piso por primera vez el Gimnasio Moderno en febrero de 1984, estudió Artes Escénicas con especialización en interpretación y cine profesional digital en Madrid – España y ha estado a cargo de producciones de televisión dentro de las que se destacan: “Lady la vendedora de rosas”, “El laberinto de Alicia” y “Correo de inocentes”. Fue profesor de teatro en el colegio en 2004.

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Imagen de la película «La semilla del silencio»

Esta es la entrevista:

La Cartelera (LC): ¿Qué recuerda del colegio?

Juan Felipe Cano Ibáñez (JFCI): Para mí el Gimnasio Moderno no es sólo un recuerdo, está presente en la vida diaria, pues de las mejores cosas que me dejo fueron los amigos. Personas con las que he compartido por casi 30 años, nos hemos convertido en una hermandad, ampliada por nuestras familias.

(LC): ¿Qué profesor marcó su vida?

(JFCI): Tuve varios profesores en el colegio que marcaron mi vida. La primera de ellas fue Martha de Cano, profesora de Montessori I. Ella, además de ser mi tía, me aguanto un poco más que las demás. A ella le agradezco la lucha que dio por mí, pues creo, que soy el único niño que perdió ese curso.

Otros profesores reveladores de mi paso por el Moderno fueron: Ernesto Galindo, Jorge Salazar, Pompilio Iriarte, Hugo Chávez, Carlos Cardona y Eduardo  Pulido. De cada uno de ellos obtuve lecciones. En su momento y en su estilo cada uno forjó una cosa en mí, incluido el aprender a controlar mi odio y furia.

De las cosas que agradezco en mi vida, son mis profesores de Primaria, quienes ante un niño un poco conflictivo e hiperactivo se pusieron en la tarea de aguantarme, entenderme y sobretodo guiarme… Aún mantengo contacto con algunas profesoras a quienes quiero y extraño mucho.

(LC): ¿Cuál fue su primer amor?

(JFCI): ¿Uy…correspondido? Ja ja, me reservo el derecho al silencio. Ahora eso si era el rey del gran despecho, yo no cambiaba de novia, cambiaba de tusa

(LC): ¿Se acuerda Ud. de la primera palabra que escribió?

(JFCI): Creo que fue Santa Fe o gol, desde chiquito viví con el uniforme de fútbol puesto y un balón de cuero en la mano, con que rompía todo.

(LC): Para Ud., ¿Qué es el Espíritu Gimnasiano?

(JFCI): Lo hablo desde lo que veo en mis amigos, mi hermano y la gente del colegio con la que me veo. Veo gente justa, honrada, en búsqueda constante de un sueño, de no quedarse en la comodidad, con ganas de tragarse al mundo y ser los mejores. Creo que el Espíritu Gimnasiano es tratar de llevar una vida feliz, de realizar sus metas y tratar de crear cada día un mejor entorno, una mejor sociedad.

(LC): ¿Cuál fue la excursión que recuerda con más emoción?

(JFCI): La de once siempre es muy especial.

 (LC): ¿Cómo identifica a un Gimnasiano?

(JFCI): Dentro y fuera de Colombia. …es fácil. Cuando  en cualquier lado uno grita AJA MAJADERO… (Con vos ronca) y entra alguien en modo pre infarto, esa persona es gimnasiana.

(LC): ¿Cree que su paso por el Moderno definió su vida?

(JFCI): Total. Hago lo que hago con mi profesión por que el colegio me lo aplaudió, yo hago en mi trabajo lo que apasiona todos los días, y eso lo aprendí en el Moderno, a hacer todo movido por la pasión.

(LC): ¿Qué consejo le daría a los gimnasianos de hoy en día?

(JFCI): Luchar por sus sueños por más dementes que parezcan, de verdad da resultados buenos. También es bueno entender que significa para cada uno un buen resultado.

El combo por @manolete_rodriguez

Una foto publicada por Juan Felipe Cano (@pipecanoibanez) el

Así termina la entrevista con este joven, soñador y excelente ser humano que se arriesgó a perseguir sus sueños de la mano de sus amigos y compañeros del colegio: Camilo Molano Parra, Productor Ejecutivo, Francisco Montoya Caballero, Antonio “Toño” Restrepo, Felipe Botero y Rashed Estefenn, actores.

CLEMENCIA DE FONNEGRA

En días pasados el equipo de La Cartelera, visitó en su bellísima finca de La Calera, a una de las estudiantes que alguna vez hizo parte del histórico jardín de niños que funcionó hasta 1927 en el Gimnasio Moderno. Ella es Clemencia Fonnegra de Fonnegra, una niña gimnasiana que corrió por los prados del colegio aproximadamente en 1924, bajo la dirección de las profesoras Berta y Emma Wolf.

Presentamos aquí, apartes de este importante encuentro.

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Personal del colegio en 1924

La Cartelera (LC): ¿Qué recuerdo tienes del Gimnasio Moderno?

Clemencia de Fonnegra (CDF): Tendría tal vez 4 o 5 años cuando entré por primera vez el Gimnasio Moderno, recuerdo con claridad el Quiosco, ese era nuestro salón de clases. Allí Berta y Emma Wolf recibían a los niños y a las niñas por aparte. Fue un tiempo feliz, pero muy corto, porque mis padres decidieron que debía estudiar en el colegio de Isabelita Casas.

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Clemencia Fonnegra – años 30

LC: En tu visita al colegio, el día de la Izada de Bandera, ¿qué fue lo que más te impresionó?

CDF: Me deslumbró tanta modernidad, el colegio ha cambiado mucho, ha tenido avances arquitectónicos impresionantes. Pero lo que más me impactó, fue la elegancia de los muchachos de la Banda de Guerra, ellos me hicieron un bello homenaje.

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Archivo Fotográfico Gimnasio Moderno 2016

LC: Cuéntanos algo de tu vida, después del Moderno.

CDF: Han pasado ya más de 80 años desde que salí de ese colegio. Me case con el doctor Enrique Fonnegra, con quien tuve cinco hijos que estudiaron en el colegio Nueva Granada. Trabaje como secretaria por muchos años en la Biblioteca Nacional en la parte de archivo, un lugar muy interesante, en el que aprendí y forme parte activa de la historia del país, pues por mis manos pasaron archivos muy importantes de la vida nacional de esa época. Luego trabaje en el Banco Cafetero, también en la parte del archivo. Lo disfruté mucho.

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Federico Dever, su yerno, su hija Elsa Fonnegra de Dever y Clemencia de Fonnegra

LC: ¿Cómo te gustaría que te recordarán los gimnasianos de hoy en día?

CDF: Yo recuerdo con nostalgia la hora de recreo y los juegos con los compañeros del Jardín de niños del Gimnasio, un lugar feliz. Me gustaría que me recordarán así, feliz, como una mujer llena de vida y con una historia que escribe todos los días, independiente y activa.

Con esta pregunta se despide el equipo de La Cartelera de Clemencia de Fonnegra, su hija Elsa Fonnegra de Dever y su yerno Federico Dever, gimnasiano de la promoción 1955, la última ex alumna viva del Jardín de niños del colegio.

RICARDO SILVA ROMERO

Las clases del maestro y poeta gimnasiano Ángel Marcel, inspiraron, a la fuerza, a Ricardo Silva Romero a escribir sus primeros cuentos, poemas y obras de teatro cuando cumplía 15 años de edad, en sus clases de Español. En la actualidad, Ricardo es un columnista reconocido por su trabajo en diarios como El Tiempo y El País.

Silva se graduó del Moderno en 1993 y se llevó consigo la sensación de hogar, de sentirse en “casa”, sensación que repite cada vez que pasa por el colegio, un espacio que en sus palabras es un “paréntesis del mundo, el tiempo pasa de otra manera”.

En 1994 inició sus estudios de literatura en la Pontificia Universidad Javeriana, donde escribió cuentos humorísticos como «Sobre la tela de una araña», también escribió un cuaderno titulado «El libro del sol»  y en 1999, una primera versión de una obra de teatro «Podéis ir en paz».

Después de compartir con el equipo de La Cartelera algunos de sus logros profesionales, Silva nos contó cómo fue su paso por el Gimnasio  Moderno y como influyo eso en su vida personal.

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Aquí la entrevista:

La Cartelera (LC): ¿De sus profesores de Montessori y Primaria se acuerda de alguno?

Ricardo Silva (RS): Cuando llegue al colegio sólo había un Montessori, y una sola arenera, eso fue en el año 1981. Recuerdo a mi primera profesora, Beatriz, aunque no lo fue por mucho tiempo…

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 …siempre tuve buenas relaciones con mis profesoras, eran muy inteligentes y divertidas, Martha, Beatriz, Chiqui, Blanquita, Clara Inés, Maritza y Myriam, todas ellas adoradas y excelentes personas. Ya en mi adolescencia, marcó mi vida y lo sigue haciendo aún, el gran profesor “Ángel Marcel”, Pompilio Iriarte. Siempre me sedujo su identidad secreta. Hoy es mi amigo, mi maestro, mi poeta favorito y todavía le hago caso a lo que me diga, salvo cuando me propone empresas ilegales.

(LC): ¿Se acuerda Ud. de la primera palabra que escribió?

(RS): Debió ser «mamá», supongo, porque no hay sino una, pero fue en mi jardín infantil en donde empecé a escribir.

(LC): Para Ud., ¿Qué es el Espíritu Gimnasiano?

(RS): Es un humor muy extraño, muy particular, muy fraternal, que sirve para poner los pies en la Tierra un poquito antes de que uno se empiece a comer algún cuento o se sienta protagonizando una miniserie sobre su propia vida.

(LC): ¿Cuál fue la excursión que recuerda con más emoción? ¿Por qué?

(RS): Por alguna razón que desconozco, no disfrutaba las excursiones. Me gustaba participar, pero me daba jartera el tema, la preparación y la aventura. A tono con mi pereza, las excursiones de mi curso fueron quizás las más simples que haya vivido el ser humano desde que dejó de ser el mono. Sin embargo, podría decir que la que hicimos por los pueblos de Boyacá fue un panorama muy bonito, o que la que hicimos a los Llanos dejó algunos traumas que ya querrían los envidiosos para sí.

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(LC): ¿Cómo identifica a un Gimnasiano, dentro y fuera de Colombia?

(RS): Hay gimnasianos de todas las calañas, por supuesto, pero en general es gente que conserva del espacio en el que creció esa capacidad de divertirse, en el buen sentido del ejercicio. Se puede identificar a un gimnasiano del resto, porque los demás empiezan a dejarnos solos poco a poco y a morirse del aburrimiento ante nombres como «don Guillermo», «Gerardino» o «el Prof». Hay cierto humor, que lo relativiza y lo parodia todo, que comparte desde el matón hasta el marginal.

(LC): ¿Cómo fue tu paso por El Aguilucho?

(RS): Empezó en 1992 con las ediciones que dirigió Daniel Samper Ospina, que es mi amigo desde el Taller de Letras de Pompilio (o sea que la amistad está cumpliendo 25 años), y fue muy divertido desde el principio hasta el final. Creo que todas esas ediciones, las que dirigió Daniel y luego las que hice yo, fueron entretenidas y se les notaron las ganas de hacer cosas que valieran la pena. En el 93, cuando los directores fuimos Carlos Tirado y yo, nos inventamos una sección de humor que era un diario amarillista: El Palomar. Y también me hice muy amigo de Germán Pardo, que murió diez años después, pero en esa década se volvió mi hermano.

(LC): Se puede concluir que el colegio le ayudo a decidir a qué dedicarte en la vida, ¿hubo un momento en particular?

(RS): Yo estudié literatura porque siempre vi a Pompilio muy seguro de que podía meterme en eso y porque Daniel, que me lleva un año, y de ahí su calvicie más avanzada, había entrado a la carrera y me hablaba bien de las materias que había tomado. Pero supongo que lo que lo hizo más fácil, entre todos mis golpes de suerte, es que a mis papás escribir y leer les pareció y les sigue pareciendo una carrera posible. No recuerdo un día exacto, un momento exacto. Pero sí recuerdo haber tomado la decisión para leer lo que no había leído y para tomarme un tiempo antes de estudiar cine.

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(LC): ¿Cree que su paso por el Moderno definió su vida? ¿Por qué?

(RS): El colegio, en especial en Bogotá y en Colombia, lo lanza a uno a una comunidad, a una forma de ver las cosas, a unos caminos que se pueden elegir en la vida. Si yo no hubiera estudiado en el Moderno, que fue una decisión de mis papás, tan brillantes y tan libres, quizás no habría sentido que era posible dedicarme a lo que me dedico o hubiera confundido el espíritu crítico con el espíritu heroico, o qué se yo, quizás hubiera sido menos liberal o algo peor: ser hincha de Santa Fe.

(LC): ¿Qué consejo le daría a los gimnasianos de hoy en día?

(RS): Diría que la humildad, que puede llegar a perderse cuando tiene uno la suerte de crecer en semejante colegio, pero realmente se llega a la humildad por el humor: la tal «Disciplina de Confianza» es realmente la capacidad de gobernarse a uno mismo, de detenerse a tiempo antes de pasar por encima de nadie, de reírse antes de vengarse.

Terminó la entrevista contándonos que el 7 de abril presentó en compañía de su amigo Daniel Samper Ospina, en Biblioteca de Los Fundadores su última novela “Historia Oficial del Amor”, siendo el Moderno uno de sus escenarios.

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Los dejamos con los comentarios que hicieron sus compañeros de clase en la página de El Aguilucho, dedicada a su perfil en 1993, año de su graduación.

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GREGORIO URIBE

El equipo de La Cartelera tuvo el honor de entrevistar a Gregorio Uribe, un joven ex alumno que a pesar de vivir fuera del país, lleva todo el ritmo y el sabor colombiano por todo el mundo.

Gregorio se graduó en 2002, estudió música en Berklee College of Music en Boston, donde ha dado a conocer ritmos autóctonos colombianos como la cumbia y el chandé con un enfoque enérgico e innovador. En la actualidad Gregorio es acordeonista y cantante de su banda, con la que recorre el mundo, compartiendo escenario con importantes artistas como Rubén Blades y Carlos Vives, entre otros.

Vive hace más de 8 años en la ciudad de Nueva York, pero recuerda con mucho cariño a su país y por supuesto a colegio que lo vio crecer.

La Cartelera (LC): ¿Qué recuerdos tiene de sus primeros años en el colegio?

Gregorio Uribe (GU): Recuerdo mi primer día de colegio, esa sensación de estar rodeado de niños que no conocía, de ver tantas zonas verdes y la fortuna de salir de clase. Esa sensación de libertad en un lugar donde poder compartir con mis compañeros, con mis amigos.

De mis maestras recuerdo con mucho cariño a Maritza Charris, los grandes creaban una expectativa, ella era una leyenda cuando yo estaba en 3 de Primaria. En 5° fue nuestra Directora de Grupo y desde ese día somos amigos. Era tan furiosa como cariñosa, era la más divertida, la más alegre pero con un carácter firme, yo admiro mucho ese balance. Ya en mi adolescencia, recuerdo mucho a Pompilio Iriarte y a Daniel Samper Ospina. Yo creo que Daniel se inspiró en una película de Robbie Williams, donde un profesor traía entusiasmo a sus estudiantes por el conocimiento. Esa forma de ser maestro me marcó.

LC: ¿Cuéntenos alguna travesura del colegio?   

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GU: Más que travesura, recuerdo una vez que nos quedamos a acampar en La Raqueta. Teníamos 17 años, y como parte de la despedida del colegio nos quedamos quince amigos, en un colegio que no conocíamos, el colegio de noche. Ese día hicimos una fogata, tocamos guitarra, fue un momento muy agradable.

LC: ¿Cómo le fue en las excursiones?

GU: Las excursiones son uno de los momentos más importantes en la vida gimnasiana. Recuerdo con especial cariño, el caso del profesor Palomá cuando salvo a Brando en Bahía Solano, esa no fue nuestra excursión, pero me causo un gran impacto pues es lo más cercano que he estado a un héroe, y lo digo sin exagerar.

De mis excursiones la mejor de todas sin duda alguna fue la última, la de Cuba. Fuimos a la Habana, donde ocurrió algo extraordinario, los que no eran amigos ahora lo eran. Al final se formaron lazos de amistad profundos entre todos, sin ninguna predilección, en ese momento todos éramos una sola familia.

LC: Ese valor de la amistad, ¿es el mismo Espíritu Gimnasiano que todos hablan?

GU: En parte, porque el Espíritu Gimnasiano es de alegría, de camaradería, pero por supuesto siempre van a existir dificultades y grupos. Es más un respeto y valoración del otro dentro de un ambiente de buen humor hacia todos y con todos. De hermandad.

LC: ¿Qué es para usted la Disciplina de Confianza?

GU: Desde pequeños siempre nos hablaron de la Disciplina de Confianza, pero es un concepto que solo se va entendiendo con la madurez. Esa idea, entre un compás moral y ético en el que no se necesita una persona que este vigilándote para hacer las cosas bien, y es ahora donde me doy cuenta que es algo que me ha marcado mucho. Te enseña responsabilidad y compromiso.

LC: Viviendo en el exterior, ¿es fácil identificar a un Gimnasiano fuera del país?

GU: Hay ciertas características que resaltan, en especial en las personas mayores. Los Gimnasianos siempre hemos sido muy educados, por lo menos en su trato, en la forma de saludar, son muy gentiles. He conocido ex alumnos del Moderno y conservan esa camaradería y buen humor. Recuerdo una a
nécdota muy bonita en Nueva York, en una de nuestras primeras presentaciones con la Big Band. Pues coincidió con la excursión de 11°. Todo ocurrió en un café muy pequeño que se llenó de gimnasianos, más de 22 con profesores, sentí que se me mezclaron dos mundos. En ese momento habían pasado seis años de mi graduación y fue muy agradab
le sentir que esa conexión con el colegio aún está vigente.

LC: Gregorio… ¿Por qué decidió estudiar música?  

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GU: Desde los 7 años he tocado algún instrumento, la música siempre  estuvo presente, por lo que la decisión de estudiarla nunca fue sorpresa para nadie.

Había un profesor en el colegio, Jorge Gutiérrez, quien me motivó a tocar varios instrumentos, me gustaba verlo cambiar de la guitarra al piano o a la flauta. Además me dio la posibilidad  de ensayar en los recreos, por lo que al final yo pasaba más tiempo tocando batería, que jugando fútbol

LC: Cuéntenos un poco sobre su banda y su estilo musical

GU: Mi música es una mezcla de cumbia y Big Band, de cierta manera es una fusión entre el sonido de Colombia y los Estados Unidos. El sonido de la orquesta logra crear un puente musical entre influencias de artistas tradicionales de Colombia como Totó La Momposina y Andrés Landero, con los sonidos de las orquestas de jazz como la de Duke Ellington o la de Count Basie. Mi orquesta se tiene como base Nueva York y está compuesta por 16 músicos de seis nacionalidades, con quienes he conseguido que nuestra Big Band sea uno de los actos de música latina más importantes de la capital del mundo.

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LC: ¿Cómo le fue con el inglés?

GU: Yo tuve mucha suerte, porque viví con mi familia 8 meses en Estados Unidos cuando tenía 7 años, no hablaba inglés, entonces entre a un colegio y a esa edad fue muy fácil aprender. Las cosas se absorben mejor entonces eso medio una cierta ventaja. Ya después, las clases de inglés del colegio fueron un paseo.

LC: Por último ¿deje un mensaje a los Gimnasianos de hoy en día?

GU: A los Gimnasianos les digo que aprovechen y disfruten la libertad que brinda el colegio, que disfruten de sus espacios no sólo los físicos, también los espirituales, que busquen su vocación y conserven ese trato amable entre alumnos y empleados, eso es algo que valoro y respeto con mucho cariño.

ROBERTO ENRIQUE MONTOYA

El equipo periodístico de La Cartelera contó para esta edición con el apoyo del Daniel Eduardo Montoya Torres (promoción 2015), quien entrevistó a Roberto Enrique Montoya Villa, su padre, ex alumno de la promoción 1980, quien se ha destacado por su importante trayectoria profesional en el sector académico y privado.

Roberto Enrique Montoya Villa

Foto tomada de: Pontificia Universidad Javeriana

Roberto Enrique se graduó del Gimnasio Moderno en 1980 y actualmente es el Director Ejecutivo de ICONTEC Internacional (Instituto Colombiano de Normas Técnicas y Certificación). El Instituto es reconocido por el Gobierno Colombiano como Organismo Nacional de Normalización. Entre las funciones a su cargo está la dirección del equipo responsable de la creación de las normas técnicas y de calidad colombianas que las empresas deben implementar para conseguir sus certificaciones. Hace seis meses asumió esta posición después de haber estado vinculado durante muchos años al sector de la educación superior. Fue Decano de la Facultad de Ingeniería de la Pontificia Universidad Javeriana durante 6 años, posteriormente Vicerrector Administrativo de la misma Universidad por 9 años, y antes de asumir su último encargo, tuvo un breve paso por el CESA como Vicerrector Académico. Además, fue miembro y Presidente del Consejo Superior del Gimnasio Moderno y Presidente de la Junta Directiva del Hospital Universitario San Ignacio durante el período septiembre 2013 a octubre 2015.

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Andres Felipe, David Eduardo y Roberto Enrique

La entrevista comenzó por preguntarle sobre la importancia del colegio en su vida, no sólo en el aspecto profesional, también en lo personal, y nos respondió afirmando que“…el Gimnasio Moderno marcó mi vida”. Pues para él fue trascendental la educación que recibió en el Gimnasio,cree que esa formación humana y espiritual le ha ayudado siempre. Razón por la cual, no dudó ni un instante en cuál colegio debían ser formados sus hijos: Andrés Felipe (promoción 2010) y Daniel Eduardo (promoción 2015), siendo el Gimnasio Moderno la única opción que de común acuerdo consideraron con su esposa, María del Pilar Torres, con quien está casado desde hace 26 años.

Presentamos aquí la entrevista:

La Cartelera (LC): Han pasado ya casi 36 años desde su graduación, ¿qué recuerda con más añoranza de su paso por el colegio?

Roberto Montoya (RM):Fueron muchísimos los buenos momentos vividos en el colegio y por lo tanto,es muy difícil elegir uno. Los recuerdos desde Montessori hasta Sexto de Bachillerato (Grado 11) quedaron grabados en lo más profundo de mi corazón y me atrevo a mencionar tres de ellos: las excursiones; la selección de fútbol y la Copa Aguilucho;pero en especial recuerdo la experiencia como presidente del Comité Cultural en 1980, en particular la planeación y organización del Bazar y de la Semana Cultural.

El Festival de Teatro era una de las actividades que más aceptación tenia durante la Semana Cultural. Eran comedias de diferentes grupos de teatro de colegios de Bogotá, que se presentaban durante toda la semana al final de la tarde, en la Biblioteca de Los Fundadores, en ese momento era el teatro Fernández Madrid.

Me acuerdo mucho de la comedia del grupo de teatro Femenino – Campestre, era de las últimas que se presentaba, fue tanta la acogida que sobrepasamos el cupo permitido. Tal vez la falta de experiencia y la emoción por el éxito alcanzado, nos llevó a vender muchas más boletas que el cupo del teatro, y durante la presentación por el exceso de peso el piso empezó a ceder.Alguien en el comedor se dio cuenta de la grave situación y del riesgo que había de un colapso de la estructura;que inmediatamente nos avisó y en vista de la posibilidad de que ocurriera un accidente,tomamos la decisión de suspender la presentación y solicitamos a todos los asistentes que evacuaran el teatro. Afortunadamente, salvo el susto, la inconformidad y los reclamos de muchos de los asistentes, no pasó nada. Al día siguiente, muy temprano, el Prof. Bein nos llamó a los dos presidentes y demás miembros del Comité. El regaño fue ejemplar,nunca lo olvidaré, porque no sólo habíamos sido tremendamente irresponsables al permitir el sobre cupo del teatro, sino también por haber puesto en peligro de accidente a los asistentes.No se me olvida que también nos tocó organizar una nueva presentación de la comedia en otro teatro.

Hoy, esta anécdota hace parte del pasado, la recuerdo con sonrisas y sin duda aprendí de lo sucedido; sin embargo ese momento fue crítico, y por eso las palabras del Prof. fueron enérgicas.

LC: De los profesores que lo guiaron ¿recuerda alguno que haya marcado su vida?

RM: Fueron tantos los profesores que contribuyeron a mi formación, que si menciono algunos nombres podría cometer el error involuntario de omitir alguno de ellos. Siempre estaré agradecido con mis maestros del colegio porque de todos, de una u otra manera, aprendí algo. De todas maneras si se trata de destacar algunos profesores que influyeron en mi vida, no dudo en decir que fue inolvidable la experiencia de haber tenido al Prof. Bein como Director de Sexto, hoy grado 11, es decir de mi último año en el Moderno. Precisamente en ese mismo año el Prof. falleció pocas semanas después de la sesión solemne, y por lo tanto, fue el último grupo que dirigió en el Gimnasio. El día del nuestro grado, a pesar de estar muy enfermo, estuvo presente con la ayuda de un par de ex alumnos. Me entregó el diploma y la Placa del Bello Carácter, estos hechos tan significativos hacen que lo recuerde con muchísimo afecto y admiración. Era un hombre recio, de mucho carácter, un maestro en todo el sentido de la palabra.

También tengo en la memoria otros profesores: mi primera maestra en Montessori fue María Cristina Esquerra; Cielito Duque, en Primero Decroly y María Enriqueta Barreto en Quinto de Primaria, hermana de Carmencita y de Pilar, quienes también fueron profesoras del colegio. De la época de Bachillerato, Myriam y Nelson Cuervo fueron muy especiales conmigo y hoy en día nos mantenemos en contacto por Facebook.

LC: Cuéntenos sobre las excursiones. De todas las que hicieron ¿cuál es la que más recuerda y por qué?

RM: Recuerdo todas las excursiones que hicimos con mis compañeros de curso, en especial las del Bachillerato porque en Primaria eran de un solo día. Mis favoritas fueron las excursiones a la Cueva de los Guacharos en el Huila, al Nevado del Cocuy y naturalmente, la excursión en jeeps a la Guajira con el Prof. Bein en el segundo semestre de 1980. En esta excursión el Prof. nos dio una lección de vida, el esfuerzo que hizo fue inmenso porque a pesar de la gravedad de su enfermedad, nunca se quejó. Simplemente se sobrepuso a esa dificultad, participó de todas las actividades con nosotros y disfrutó su última excursión a esa zona de nuestro país como siempre lo hacía.

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LC: Para usted, ¿qué es el Espíritu Gimnasiano?

RM: El Espíritu Gimnasiano es una cualidad, una característica que nos distingue, me atrevería a decir que es una virtud que tenemos los del Moderno en la cual confluyen muchos valores: el compromiso y sentido de pertenencia, el respeto y tolerancia, la honestidad y franqueza,la pasión por hacer las cosas, la alegría de vivir,la confianza en el compañero y amigo, y el sentido del humor. Una virtud que vamos construyendo a lo largo de los años en el Colegio en un proceso individual, donde es fundamental la Disciplina de Confianza, entendida como la capacidad de autorregularnos, de ser capaces de tomar por convencimiento propio decisiones correctas, en las cuales siempre está presente la dignidad del otro y su respeto. No actuamos como respuesta a una imposición o para evitar un castigo o sanción; y cuando cometemos errores, conscientes de sus implicaciones, asumimos con humildad las consecuencias.

LC: ¿Usted cree que esas características se pueden reconocer en una persona, en un Gimnasiano dentro o fuera de Colombia?

RM: Ciertamente son características que se reconocen rápidamente. La afirmación que señala que los amigos de colegio son amigos para toda la vida es realmente cierta en nuestro caso como gimnasianos; cuando me he encontrado con un ex alumno del colegio o he necesitado su ayuda, independientemente si fue o no compañero de promoción, o se graduó con pocos o muchos años de diferencia, siempre he recibido una respuesta positiva. Ese reconocimiento mutuo inmediatamente abre puertas y se traduce en disposición de ayuda.

LC: Ya para terminar, ¿qué consejo daría a los Gimnasianos de hoy en día?

RM: Los años de estudio de mis dos hijos en el colegio me permitieron después de mucho tiempo revivir con ellos la etapa más feliz de mi vida. Volví a estar muy cerca de todo lo que sucede en el sorprendente mundo del Moderno y tuve el honor de ser miembro de su Consejo Superior durante tres años y presidente del mismo durante dos años, en el periodo 2011 a 2013. Una oportunidad única, apasionante, en la que me entregué completamente por el colegio. Creo que fue una muy buena manera de agradecerle al Gimnasio Moderno todo lo que me dio en mi formación tanto humana como académica, la cual ha sido determinante en mi carrera profesional.

El mejor consejo que le daría a la nueva generación de gimnasianos, es que nunca se alejen del colegio y que especialmente en esta etapa coyuntural su ayuda es fundamental. Es necesario su respaldo al nuevo proyecto educativo que lidera el rector, Víctor Alberto Gómez Cusnir, con su equipo directivo y cuerpo de profesores. Los cambios introducidos desde 2011 están aún en proceso de consolidación y el esfuerzo para mejorar el nivel académico, implementar el bilingüismo y recuperar el verdadero sentido de la Disciplina de Confianza, requiere varios años antes de obtener los resultados definitivos. Lo cierto es que los avances son significativos y no tengo la menor duda de que el Colegio va por buen camino.

Y creo que en estos momentos la mejor forma en que pueden los ex alumnos apoyar al Colegio es confiándole la educación de sus hijos. El Gimnasio Moderno debe volver a ser la primera opción y por lo tanto si esto se cumple, en muy corto tiempo el número de hijos de ex alumnos matriculados en Montessori debería aumentar significativamente.

Terminada la entrevista, encontramos en El Aguilucho de noviembre de 1980, una breve incursión de Montoya en la literatura. Aquí su poema:

«Un amanecer, en mis labios rompió»
Con voz baja, susurro de niño
un amanecer, en mis labios rompió.

Palabras, que borrando la oscura noche
abren el camino a una felicidad eterna.

En la lejanía, la noche es solo una huella
profunda como el olvido.

Es nuestro amor aprendiendo a vivir
que al fin, ha encontrado
el sendero que tú y yo
un amanecer, con voz baja,
susurro de amor
empezamos a construir.