JORGE MICHELSEN

“La manera como nos formaron, nos llevó a no ser el que va atrás en la fila, sino el que va adelante halando”.
Jorge Michelsen Rueda

Jorge Michelsen Rueda, gimnasiano de la promoción de 1953, ofreció a La Cartelera una entrevista en la que contó parte de su vida profesional y por qué la formación del Moderno, según él, garantiza el éxito y el liderazgo en diferentes campos.

Jorge nació el 7 de enero de 1936, hijo de Carlos Michelsen Lombana y María Elena Rueda Williamson. Contrajo matrimonio con Manuela Fonnegra Rocha,  relación de la cual surgieron dos hijos, Juan Pablo y Silvia. Estudió medicina, carrera en la que se desatacó a lo largo de su vida y lo ubicó en un rol decisivo en diferentes hechos históricos de nuestro país, como la toma del Palacio de Justicia y la avalancha de Armero. Trabajo en diferentes hospitales, dirigiendo el de la Samaritana, fundaciones e instituciones de la salud en diferentes cargos. Fue presidente de la Sociedad Bogotana de Obstetricia y Ginecología, trabajo en la Universidad del Rosario, la Javeriana y la Universidad de Costa Rica. Se desempeñó como Viceministro de salud, Director del Instituto Nacional de Salud y Embajador de Costa Rica.

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 Presentamos a continuación la entrevista:

LC (La Cartelera): Iniciemos la entrevista con un retroceso en el tiempo ¿Cuál es el primer recuerdo que tiene de su llegada al Gimnasio Moderno?

JM (Jorge Michelsen): El primer recuerdo que tengo del Gimnasio Moderno es ver el edificio desde la ventana del Colegio de La Presentación en el que estudie el Kinder y que en ese entonces se ubicaba a dos cuadras del colegio.

Cuando entré al colegio llegue a 1° Decroly, no se me olvidará nunca, por que en mi salón había una profesora muy querida, Alicia, fue como si llegara a mi casa, nunca tuve problemas, de bullying, ni de desadaptación con los compañeros, por el contrario, nos hicimos amigos y encajamos muy bien. Con varios de ellos nos vemos hoy en día.

LC: ¿Sus amigos actuales son los mismos amigos del colegio?

JM: Sí, precisamente con cuatro de ellos nos vemos cada mes para almorzar, fuimos muy unidos, algunos ya han muerto.

En la época del colegio nuestra afición era el fútbol, era el comienzo de su época dorada, jugábamos mucho y la piscina de entonces se llenaba una vez al año y la gozábamos. Era una piscina completamente helada, la usábamos hasta que se ponía verde. Esas eran las dos diversiones. Después vino la construcción de la Capilla y don Agustín siempre nos contaba sobre los vitrales, que se demoraron meses o años en llegar e instalarlos, esos fueron los hitos principales de nuestro curso.

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LC: ¿Qué recuerda de don Agustín?

JM: Siempre me impactó don Agustín y su relación con nosotros, sus alumnos, mostraba su cariño con cada uno, era muy amoroso. Una vez en la semana nos hacia unas conferencias muy interesantes, en el Teatro Fernández Madrid, donde nos inculcaba todo lo que necesitábamos para ser buenos ciudadanos, empezando por su muy conocida Disciplina de Confianza. Él fue el Rector durante toda mi estadía en el colegio.

LC: Para usted ¿qué es la Disciplina de Confianza?

JM: La Disciplina de Confianza es: aprender a manejarse a sí mismo. Es el saber que existen leyes, reglamentos o limitantes que le dicen a uno sí o no, entonces se aprende a manejar esos conceptos y saber cuándo es no, y cuando es si, pero por uno mismo. En ese tiempo el colegio siempre tenía las puertas abiertas, y uno sabía que no se podía ir, pero si se quería, se podía ir. En el estudio es lo mismo, si uno quería estudiar, estudiaba y si no quería, no lo hacía pero se sabía que estaba mal no estudiar.

LC: Además de don Agustín ¿algún profesor lo marco en su paso por el colegio?

JM: La otra persona que fue trascendental en el colegio, en esa época, fue El Prof. Bein, quien se encargaba de mostrarnos la bondades de la Disciplina. Con nosotros fue muy cercano, pues fue nuestro Director de Curso en Quinto y Sexto de Bachillerato. Con él hicimos la primera excursión de gimnasianos a la Guajira.  Fuimos en varios Jeeps, saliendo de La Raqueta, pasando por Bucaramanga, Cúcuta, Ocaña, Valledupar, llegando a la Guajira, transitando por trochas y con guía indígena hasta Uribia, Manaure, rancherías indígenas. Fue una experiencia increíble en nuestras vidas y trazamos una nueva época de excursiones del colegio. Fueron casi tres semanas de viaje y aventuras por caminos difíciles, ríos y miles de aventuras. Eso nos sirvió mucho para estrechar aún más, nuestra amistad y compañerismo.

LC: Cuéntenos algunos recuerdos que tenga de su paso por el Moderno.

JM: Recuerdo que nos reuníamos en el teatro Fernández Madrid, actualmente es la Biblioteca de Los Fundadores. Los viernes íbamos a rezar de 8:00 a 9:00 am, a Cristo Rey, pues la Capilla en ese tiempo no existía, y asistíamos a la Izada de Bandera, esos eran las tres cosas principales. En esa época no había Banda de Guerra como ahora. Teníamos excursiones, deportes, atletismo, la huerta. En sexto de Bachillerato se tenía relación con el Gimnasio Femenino y el Nuevo Gimnasio, jugábamos la copa de tenis y almorzábamos en el colegio de ellas o las recibíamos.

En la huerta sembrábamos plantas, verduras, llevábamos lechugas a la casa de la que habíamos sembrado, las azucenas o la caléndula. Eso es importante, nos enseñaban el valor del campo y el valor del trabajo manual.

También recuerdo que en cuarto de Primaria el Ministerio de Educación instauró el Quinto Año, pero el colegio no podía quedarse sin estudiantes Bachilleres todo un año, entonces nos dividieron por las notas que teníamos, unos pasamos a Primero de Bachillerato y los otros a Quinto de Primaria. Eso fue en el año 48. Ese mismo año paso lo del 9 de abril, que también fue una experiencia muy complicada porque yo vivía en la calle 14 en pleno centro. Yo estaba en el colegio almorzando, cuando se supo la noticia. Tenía una tía que vivía cerca al Gimnasio en la calle 70 y me fui para allá. Cuando pude volver a la casa el impacto fue terrible, había cualquier cantidad de sitios incendiados y en la esquina había un francotirador que en las noches disparaba a los soldados. Y ese año a pesar de eso hicimos una excursión a la finca de papá y paseamos en el norte de Tolima y ahí se acabaron las excursiones hasta el año 53 por el periodo de violencia.

LC: ¿Usted cree que lo que aprendió en el colegio le permitió ser líder en su área?

JM: Si claro, eso era lo que iba a decir, la manera como nos formaron nos llevó a siempre ser líderes, no ser el que va a detrás en la fila, sino el que va adelante halando. 

LC: Y para seguir la tradición ¿sus hijos estudiaron en el Moderno? 

JM: Juan Pablo entro al colegio y ahí fue cuando nos fuimos a Estados Unidos, y allá hizo su Primera Comunión con el  uniforme del Gimnasio. 

LC: ¿Qué es lo que usted cree que nunca se deba perder en la vida?

JM: La única cosa es que uno nunca debe perder son sus orígenes, pues además de la casa son el colegio, los orígenes académicos. El colegio es como el papá y la mamá en el campo de la vida, todo lo demás por fuera del hogar esta afianzado por la educación. Mis sobrinos nietos que están en el colegio continúan con esa mística por el Gimnasio, más que amor es la mística, se vuelve parte de uno. 

LC: ¿Recuerda alguna travesura que hayan hecho? 

JM: Éramos juiciosos, muy juiciosos.

LC: ¿Cómo transcurrió su carrera de medicina en el sector público?

JM: El doctor Raúl Orejuela, Ministro de Salud en 1977, me propuso que fuera Director de la Oficina de Relaciones Internacionales del Ministerio de Salud. Posteriormente, con el cambio de gobierno, en 1979, bajo la presidencia de Julio César Turbay, fui designado Vice Ministro y Ministro encargado en varias oportunidades, siendo Ministro Alfonso Jaramillo.

LC: ¿Qué experiencias recuerda en su trayectoria como médico?

JM: Estuve trabajando en el hospital de la Samaritana, fue una experiencia increíble, pues vivimos el ataque al Palacio de Justicia, este hospital era el más cercano al lugar de los hecho, por lo tanto recibimos a los heridos.

Otra experiencia importante en mi trayectoria profesional fue la avalancha de Armero. El día de la tragedia, yo iba a hacer una cirugía en la Clínica Palermo a las 6:30 am, cuando llego la noticia, a través de un piloto que descubrió el suceso y en sus propias palabras nos dijo: “se acabó Armero”. Así que me puse al servicio de los damnificados y los heridos. Los pacientes de La Samaritana fueron trasladados a otras instituciones y dedicamos el hospital a los sobrevivientes, lamentablemente se murieron muchos. No se me olvida una monja que se murió de tétanos, no teníamos la cura. El manejo que le dimos a esta emergencia se convirtió en una experiencia que sirvió como modelo para la Organización Panamericana de Salud, en el manejo de tragedias de este tipo.

Luego de todas estas experiencias, volví a mi práctica privada, hice consultorías para la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud. Luego en el gobierno del presidente Barco fui Director del Instituto Nacional de Salud, allí estuve hasta la presidencia de Gaviria. En este cargo fui el encargado de manejar la epidemia de dengue hemorrágico. El presidente me encomendó la campaña en los medios de comunicación y laboratorios, para llevar las estadísticas día a día. Esto marco un hito epidemiológico en el país, ya que nunca se habían manejado epidemias de esa magnitud.

LC: ¿Cómo fue su trayectoria docente?

JM: Siendo mi especialidad la ginecología y la obstetricia, inicialmente fui instructor en la Universidad Javeriana y posteriormente en la Universidad del Rosario, en ese momento me retire para hacer en la Universidad de Harvard una Maestría en Salud Pública, combinando las dos especialidades. Luego fui profesor y jefe del Departamento en la Universidad Javeriana.

LC: Siendo médico ¿cómo terminó de Embajador?

JM: El presidente Samper, creo yo, teniendo en cuenta mi experiencia administrativa en el sector público y privado, y como un acto de confianza, dada nuestra amistad, decidió designarme como su Embajador ante el gobierno de Costa Rica, en donde tuve oportunidad de desarrollar una muy buena relación con el presidente Figueres, quien a la vez era buen amigo del presidente Samper, allí estuve hasta el final de su gobierno.

Luego volví a Colombia un par de años, pero tuve un problema de seguridad y regrese a trabajar a la Universidad de Costa Rica y otras fundaciones durante 3 años. Después regrese y se me acabo la vida pública y profesional porque estaba en pleno vigor la Ley 100, digamos que el tipo de práctica que hubiera podido ejercer no era lo que yo estaba acostumbrado a hacer, ya tenía más de 65 años y me dedique a consultorías. Aunque para decir una cosa que es completamente cierta, uno nunca deja de ser médico.

LC: Para finalizar ¿qué mensaje le gustaría dar a los gimnasianos de hoy en día?

JM: Que no se olviden de la Disciplina de Confianza, esa palabra es la ética. Es evitar las tentaciones y cosas terribles. Es paradigma, que nunca pasa de moda, ayuda a no salirse del camino y alejarse de las malas tentaciones, le hace formar la familia como debe ser y eso no se debe olvidar a la hora de ser un profesional exitoso. Si uno tiene ese paradigma claro, entonces forma un norte, si no se sale de ahí, se asegura una vida exitosa, como la de los gimnasianos.